Siete de noviembre
|
|
|
 |
|
S? ahora mismo me acaban de colocar en la arena,
en el mismo lugar que siempre y con
mis mismos compa馿ros. |
|
|
Cuando me llegaron los primeros rayos de luz, abr?mis ofuscados
ojos para ver qu?era lo que pasaba. Todo estaba
borroso, pero era normal. Despu閟 de estar tanto
tiempo recluida entre cuatro paredes y tanto
papel, no era f醕il acostumbrarse a la claridad.
Sin embargo, estaba contenta, por fin iba a
salir, o, al menos, eso era lo que yo cre韆,
porque a鷑 segu韆 rodeada de cajas y papeles. Ya
era hora de que saliera y pudiera estirar mi
engarrotado cuerpo, que parec韆 ser de piedra.
Mi angustia hab韆 desaparecido. Ya estaba de
nuevo libre y me hab韆n preparado para la nueva
temporada. Diez meses esperando este momento y,
finalmente, hab韆 llegado. S? ahora mismo me
acaban de colocar en la arena, en el mismo lugar
que siempre y con mis mismos compa馿ros. Todo
sigue igual. Ten韆 la esperanza de que este a駉
las cosas hubiesen cambiado y todos pudi閟emos
movernos a nuestro aire, pero no ha sido as?
otra vez ser?
Siete de diciembre
Ya ha pasado un mes desde mi vuelta y ya estoy harta. Me aburro.
Siempre hago lo mismo o, mejor dicho, nunca hago
nada, excepto observar mi alrededor. Veo c髆o
todo el mundo se mueve y esto me gusta, pero
despu閟 miro a mis compa馿ros y 閟tos siguen
quietos, paralizados. No s?.. pero tienen una
actitud tan pasiva que parece como si estuviesen
muy a gusto con sus vidas, al contrario que yo.
Todo esto es una injusticia. Cada a駉 nos sacan
antes, nos exponen, nos cogen, nos tiran, nos
cambian de sitio, nos agobian y todo esto lo
aguantamos sin poder decir ni una palabra. Nadie
nos escucha, pero yo no me resigno a seguir as?
Y lo peor de todo es que nos pasamos el d韆
escuchando las dichosas cancioncillas que se
repiten una y mil veces, hasta que llegan las
diez de la noche. A esa hora, todo se apaga y
llega la calma. Ya podemos descansar del estr閟
causado por la ida y venida de las personas que
no paran de correr de un lado a otro, comprando
de forma compulsiva. 縌u?pasa, que en
estas fechas est醤 las cosas m醩 baratas?
Supongo que debe ser as? porque, de lo
contrario, no entiendo tal ajetreo. Pero bueno,
hay tantas cosas a las que no le encuentro
explicaci髇, como esa estrella fugaz, que dudo
que sea fugaz, ya que las fugaces s髄o se ven
por un momento y 閟ta ni siquiera se mueve. En
mi opini髇, todo esto es una farsa, no entiendo
c髆o la gente pasa por aqu?y se emociona...
Esto no hay quien se lo crea. Bueno, ya paro de
quejarme. Pens醤dolo bien, soy afortunada por
estar aqu?y en esta posici髇. Otros, este a駉,
no han podido venir de viejos que est醤, o mira
ese pobre compa馿ro que tiene que pasar dos
meses en cuclillas porque le ha tocado el papel
del “cag髇”. No siempre hay que ver la parte
negativa de las cosas, todo tiene algo positivo.
Siete de enero
Lleg?la hora. Como todos
los a駉s, esto se ha acabado. Ya van a empezar a
recoger. En parte, tengo ganas de que esto
termine, as?me quitar醤 la tierra y todo el
polvo que me ha ca韉o encima durante estos dos
meses. Estar韆 contenta de que esto acabase si
ahora no me esperasen diez meses de soledad.
Muchas veces me pregunto, por qu?me toco vivir
de esta manera, si yo no lo eleg? o qu?es lo
que he hecho para merecer esto, si nada malo
hice, s髄o fui un poco incr閐ula, y eso no es
malo o, por lo menos, eso es lo que yo creo.
Puede que alguien a quien no cre?me castigase
por ello y me condenase a sentir lo que ahora siento, p醤ico y
miedo, porque ya llegan los mismos de cada a駉
con esos aburridos peri骴icos para envolvernos y
a encerrarnos de nuevo en esas horribles cajas
bien precintadas, como si nos fu閟emos a
escapar. Una vez bien empaquetados, nos llevar醤
a un oscuro almac閚, donde pasaremos los
pr髕imos diez meses. Ya no puedo hablar m醩,
s髄o me queda decir que espero que esto sea s髄o
una pesadilla de la que pueda despertar pronto.
Mientras, me resignar?a seguir siendo una
simple figurilla del bel閚 que instalan todas
las Navidades en la entrada de unos grandes
almacenes.