e
hablo, Lishis, desde la oscuridad. Mi castigo es
el que se inflige a los vanidosos, a los que
desaf韆n a los dioses con maldad. 縎ab韆s, mi
querida ni馻, que yo ten韆 vista antes? Pod韆
apreciar la vida en los colores. Ve韆 los
sentimientos en los rostros de las personas.
Bueno... en aquellos que sol韆n mirarme, pues me
tem韆n, y yo a ellos, ferozmente...
Esta
hermosa tarde de Ishtilnar,
que
cae sobre un bosque de gris plata,
es
tiempo que muere y se marchita,
que
no ven mis ojos vac韔s de muerte.
Fue
desear m醩 de lo que pod韆
querer
ser m醩 de lo que soy,
lo
que ahora me tiene sumida
en
el mundo de las sombras.
Con
vac韔s ojos miro el bosque,
que
parece rezumar de vida,
una
vida que alegra mi esp韗itu,
aunque
no puede arrancarme una sonrisa.
En
m? el castigo se ha cumplido,
privada
de mi vista, por desear lo indebido,
querer
ser superior a los mismos dioses,
tener
su saber, embeberme en su se駉r韔.
Miro
sin ver la oscuridad del bosque.
Y
llegan a mi mente los recuerdos
de
cuando me llen?de poder,
de
cuando, en soledad, me enfriaba en
fuego.
De
cuando unos borrados rostros
se
acercaron a m?y me tendieron sus
manos,
demandando
mi compa耥a,
ofreci閚dome
ser, junto a ellos, sombras y ceniza.
Y
es que la misma Muerte me llam?a su lado
a
darme el castigo m醩 horrible de todos,
y
quise rendirme, alargar a ellos un blanco brazo
para
verme luego cubierta de llamas.
Y
ya en el cerco de muerte, toqu?mi
cuerpo.
No
ten韆 forma, era casi ceniza.
Sent?
que mi figura se borraba...
pero
mi voluntad se impon韆.
La
ceniza se hizo de nuevo carne,
segu韆
viva, pero no segu韆 viviendo.
Entre
dos mundos mantengo contacto,
pero
en 閟te conservo mi cuerpo.
Mi
esp韗itu, ahora puro de nuevo,
perdonadas
sus afrentas,
sirve
a aquellos a los que ofendi?
y
es su leal sierva.
|
|
|

|
|
Annarien
y Lishis.
(Imagen
de la autora) |
|
|
Los
鷏timos rayos de la tarde se filtraban a trav閟 de
los sedosos cortinajes blancos del estudio de
Annarien. M醩 all?de la balaustrada y del gran
edificio blanco, un gran bosque verde y gris de
grandes abetos sub韆 hasta lo alto de las
monta馻s, donde acababa cubierto de nieve. Aquel
estudio se encontraba en lo m醩 alto del Templo
Celestial, situado a una distancia considerable de
Ishtilnar y escondido a la vista de todos. Sentada
en los grandes cojines de terciopelo sobre el
m醨mol gris junto a una joven vestida de gris y
plata, estaba ella; sus ojos ciegos mirando hacia
ninguna parte, aunque vi閚dolo todo.
?/span>Y
as?fue como llegu?a este estado ―concluy?su
relato―. No nac?con estos ojos, me los dieron
como castigo a mi altivez. Bien caro pagu?mi
error, Lishis. a creo que s?..! Pero eso ahora
no me importa. Gracias a mis poderes, veo lo que
antes no pod韆 percibir. Veo tu rostro perfilado
en mi mente, tal como lo siento, lo huelo o lo
escucho, por todos tus movimientos. S?c髆o eres,
n韙idamente, aunque por mis ojos no te he visto
todav韆. S?que vas vestida con las mismas sedas
que yo. Tus abalorios tintinean sin que t?los
oigas, aunque eso no signifique que otros seres s?
lo hagan.
Lishis
se removi?en los cojines en los que estaba
sentada, nerviosa por el comentario.
―Maestra,
el camino es dif韈il y no s?encontrarlo.
―Debes
buscar aqu?―dijo se馻lando su coraz髇.
Sus
ojos nublados, de un color gris azulado, sin
pupila, miraban vac韔s, pero fijos, a los de la
muchacha―. Y nunca ser lo que no eres, ni intentar
ser lo que no puedes ser.
―Yo
cre韆 que deb韆mos superarnos d韆 a d韆.
―Y
as?es... Dame ese libro, por favor ―dijo
se馻lando a una mesa.
La
joven se lo tendi?con ambas manos, pues pesaba
mucho.
?/span>Gracias.
Lo
abri?y lo puso en su regazo y, con sus manos, se
puso a leerlo, pasando las yemas de los dedos por
las p醙inas rugosas trazadas con una tinta oscura,
escrita con plumilla.
―縌u?
dice, Maestra?
?/span>縉o
sabes leer?
?/span>No.
Donde yo viv韆 no aprend韆mos estas cosas,
aprend韆mos a cultivar la tierra, a tejer, a
ocuparse de una casa...
?/span>Pues
eso habr?que solucionarlo, 縩o?
La
chica sonri?
?/span>Si閚tate
junto a m? vamos.
?/span>縌u?
es lo que dice? ?/span>repiti?
?/span>Dice,
en la lengua antigua, que 獷l poder es una parte
de nosotros, al igual que lo es el aire. Nunca lo
vemos, pero siempre lo sentimos, y siempre est?
ah? Nos llena cuando aspiramos y exhalamos. Baila
sobre nuestra piel, por dentro de nuestro ser. Nos
vac韆 cuando aguantamos m醩 de lo que podemos?
?/span>Lengua
antigua... 緾u醤tas lenguas hay, maestra?
?/span>pregunt?
tocando la larga coleta que ca韆 sobre su hombro
izquierdo, atada en varios puntos por cuentas de
oro.
?/span>Tantas
como gentes hay en el mundo. Y si tienes
paciencia, te las ense馻r?todas.
?/span>Hablas
como si tuvieras la sabidur韆 de los siglos, pero
no tienes m醩 de veinticinco a駉s.
?/span>S髄o
tengo la sabidur韆 de los libros, Lishis, s髄o
eso... ?/span>dijo
triste?/span>.
Me gustar韆 ir fuera y conocer mundo, mientras
pueda.
Lishis
fue entregada a Annarien hace unos d韆s. Sola,
abandonada, no iba a dejarla en el exterior, sin
padre, sin madre, y con la posibilidad de que
fuera esclavizada o algo peor. A veces, cuando se
pon韆 a pensar, le recordaba a ella. Ten韆 la
suerte de haber tenido un padre rico, pero no
conoc韆 a su madre y eso siempre la entristec韆.
Desde ni馻, Annarien hab韆 aprendido sola, de
manera autodidacta, metida en bibliotecas hasta
altas horas de la noche. Incluso se acordaba de
haberse quedado dormida m醩 de una vez sobre uno
de los gruesos libros que guardaban los magos. Los
extra駉s poderes con los que hab韆 nacido hab韆n
contribuido muy positivamente a la hora de
aprender magia, pues pose韆 algunos dones como la
telepat韆 y la telequinesia, junto a muchos otros
que a鷑 no conoc韆 y que posteriormente
desarroll? Los dem醩 la llamaban 玥ija de drag髇?
o, simplemente, 獳gnarcharien? debido a las
habilidades que pose韆, las mismas que las de los
Dragones de 觩alo, y dec韆 que 閟tos la llamaban
por las noches y la llevaban con ella para
revelarle sus secretos. Pero la verdad es que
siempre hab韆 estado sola, y nunca hab韆 utilizado
sus poderes para conseguir que alguien se fijara
en ella. Y aunque se escond韆 en lo m醩 profundo,
apartada de todos, los j髒enes la ve韆n y no
pod韆n evitar enamorarse de ella. Porque Annarien
era hermosa. Hermosa como ese tiempo que
transcurre entre el oto駉 y el invierno. Sus
cabellos eran oscuros, con reflejos de oro y
bronce, y la piel blanca como la nieve.
Estudiando
la magia procedente de la naturaleza en su nivel
m醩 inferior, Annarien se convirti?en animista,
y, a sus veintitr閟 a駉s, demostr?poseer una
magia superior a la de muchos magos de la Orden,
igualando incluso a la de su ya difunto padre. Sus
maestros tem韆n por su creciente poder y limitaron
sus conocimientos. Pero ella, desobedeciendo las
髍denes, se adentraba en las bibliotecas que
conten韆n los libros de hechizos m醩 poderosos,
hasta que aprendi? sola, a manejar la energ韆 de
las almas de los muertos, el arte de la
nigromancia.
Y,
en la cumbre de su saber, quiso m醩. Quiso
alcanzar un poder semejante al divino, quiso
impedir que la gente muriese al interrumpirse sus
actividades vitales, y fue castigada por un error
en la pronunciaci髇 del hechizo. Ardi?en llamas.
Los muertos a los que estaba acostumbrada a
manejar a su antojo la llamaron. Pero ella
consigui?escapar de la hecatombe a costa de
perder sus ojos verdes. Regres?a su tierra, y
esper? escondida como cuando era peque馻, en lo
m醩 oscuro de un claustro, temiendo las
represalias. No quer韆 ver a nadie... y que nadie
la viera as? sumida en su derrota, y ciega para
siempre. Rechaz?usar sus poderes, incluso en caso
de necesidad. Pero no la dejaron sola. Estaba
siempre bajo vigilancia, aunque ansiaba m醩 que
nada la soledad y, m醩 que nada, deseaba la
muerte.
|
|

|
|
...Y
fue castigada por un error en la pronunciaci髇
del hechizo. Ardi?en llamas.
(Imagen
de la autora) |
|
|
|
Pas?
el tiempo, y, ya recuperada, ocup?su lugar,
aunque ahora, dedicada a los que hab韆 afrentado,
escuchando sus voces y sus quejas. Se convirti?en
una m韘tica, en contacto con el mundo de los
esp韗itus. Nadie supo por qu?cambi?tanto, no
s髄o por sus ojos, de expresi髇 triste, sino por
su manera de actuar, de tratar a la gente,
completamente distinta. Aunque segu韆 siendo
silenciosa e imperceptible como la brisa, Annarien
mostraba ahora una benevolencia enorme con la
gente. Us?de nuevo su magia, pero para la
curaci髇, para el bien de los vivos... y de los no
tan vivos.
Y
ah?estaba ella ahora, despose韉a de casi todos
sus poderes, con una joven de diecis閕s a駉s
ense襻ndole todo lo que de ella pod韆 aprender. Y
bien que pod韆. Con un toque de su mano podr韆
transmit韗selos a su mente, como si hubiera pasado
decenas de a駉s estudiando. Todo en un segundo. Y
ahora, pens?tambi閚, podr韆 hacer lo contrario:
aprovecharse de su ingenuidad, para recuperar su
vista, para recuperar sus ojos... Pero no era
capaz... Lishis era ahora muy importante para
ella.
Un
d韆, mientras Annarien paseaba con Lishis por los
jardines del claustro, la joven le coment?a su
maestra:
?/span>Maestra,
me has dicho c髆o perdiste la vista... 緼caso
puedes recuperarla?
Annarien
cerr?los ojos ciegos y se par?un instante. Su
brazo estaba sobre el de la joven, como si fuera
su gu韆. Parec韆 que le hab韆 le韉o la mente.
?/span>S?
que puedo recuperarla ?/span>respondi?
con firmeza?
pero, para hacerlo, otra persona tendr韆 que
perderla. Es un hechizo complejo. Lleva unos
minutos recitarlo por completo.
?/span>縎abes
qu?flores son esas? ?/span>le
pregunt?cambiando de tema, mientras se馻laba a
una hermosa flor que s髄o Lishis pod韆
ver.
?/span>Son
bocas de drag髇 y tienen propiedades
medicinales. Pero, al cogerlas, hay que tener
cuidado. Si las cortas cuando a鷑 no son del todo
rojas, puedes envenenarte con su savia. S髄o
cuando se vuelven rojas pueden curar; de la otra
manera, matan.
?/span>Son
preciosas... Pero... 縫or qu?me dices esto ahora?
?/span>Porque
alg鷑 d韆 te mandar?por hierbas medicinales... y
no quiero que mueras.
?/span>Gracias
por tus consejos, Maestra.
?/span>h!
or lo m醩 sagrado, no me llames as? No logro
acostumbrarme a ese nombre... Soy simplemente
Annarien. Ll醡ame as? por favor
?/span>dijo
sonriendo.
Pasaron
los d韆s. Los planes de Annarien se perfilaban en
su mente. Desde hace a駉s no hab韆 tanta actividad
acumul醤dose en su cerebro. Trabajaba a toda
prisa, abriendo caminos diferentes seg鷑 el plan
saliera o no de una manera u otra. Encendiendo una
vela para alumbrar un libro que no ve韆, s髄o
palpaba, se dispuso a esperar que la joven le
trajera las hierbas que le hab韆 mandado coger
para realizar cierta p骳ima. Levant?luego el
rostro, dejando caer las manos sobre el libro, y
suspir?
?/span>La
oscuridad me rodea. Vivo en un mundo de tinieblas.
Nada ya puede salvarme. Nada puede... Quiz醩
t?..
De
pronto, interrumpiendo sus pensamientos, son?un
grito m醩 all?de las galer韆s, en los jardines.
Annarien, recogiendo los bajos de su t鷑ica, baj?
a todo correr. Se sab韆 los pasillos de memoria.
Cuando lleg?a los jardines, Lishis yac韆 en la
hierba con una roja flor de boca de drag髇
en la mano. La m韘tica se agach?junto a ella; a鷑
viv韆.
?/span>Maestra...
Annarien... ?/span>logr?
pronunciar?/span>.
Si era totalmente roja...
?/span>Shh...
?/span>la
calm?mientras posaba la cabeza de la joven en su
regazo?/span>.
Ten韆 una marca blanca bajo los p閠alos, era
imposible de ver...
?/span>Annarien,
voy a morir...
?/span>No
digas eso...
|
|
|

|
|
?span style="FONT-FAMILY: Arial; mso-bidi-font-size: 10.0pt; mso-fareast-font-family: MS Mincho">縎abes
qu?flores son esas?? le pregunt?cambiando de
tema, mientras se馻laba a una hermosa flor que
s髄o Lishis pod韆 ver.
(Imagen
de la autora) |
|
|
?/span>Lo
s??/span>dijo
abriendo sus ojos oscuros?/span>.
Mi cuerpo se paraliza poco a poco... y siento un
dolor horrible. Antes de que muera, quiero que
pronuncies ese hechizo... y que recuperes tu vista
con la de mis ojos...
?/span>No
puedo... Voy curarte con mi poder
?/span>dijo,
extendiendo sus manos sobre ella. Lishis las
retir?bruscamente.
?/span>Yo
no valgo nada. Soy una simple hu閞fana que fue
educada para trabajar. T? sin embargo, tienes un
gran futuro, Maestra. Y necesitas tus ojos.
Necesitas ver el mundo... hazlo por m? por
favor...
?/span>Lishis...
?/span>las
l醙rimas se derramaban por sus mejillas.
?/span>azlo!
Annarien
baj?la cabeza. La diadema de oro con un gran ojo
que se centraba en su frente fue cubierta por sus
cabellos de bronce. Sinti?c髆o flu韆 el poder
dentro de ella. No sent韆 esta sensaci髇 desde
hac韆 a駉s... Empez?a pronunciar repetidamente
estos versos mientras el ojo de la diadema se
iluminaba:
As
sure caipa ne halen carpnacar,
nein
caen coen teirnen sacaen.
De
tir incaen ein de sidher,
de
sidher ne desinteir.
Ke
taen a sur sacae mel,
ke
as sacae paes sur melkaen.
Assurein
neir sacae inde asca is elli.
Neireas
sidhaes noew sera un eunen.
(De
mis ojos se va la niebla,
tanto
como de ella se cubren los tuyos.
La
luz penetra en la oscuridad,
la
oscuridad se desvanece.
Que
venga a m?tu don,
que
a ti pase mi maldici髇.
As?
con tu fin, llega la de ella.
Nuestras
almas ahora ser醤 una sola.)
?/span>Nuestras
almas ser醤 una sola...
Annarien
abri?los ojos desorbitadamente. ab韆 cometido
de nuevo un fallo en el hechizo! La inflexi髇 de
la 鷏tima palabra no era correcta. Era 玡uuneen?
no 玡unen? Ya era demasiado tarde. No hab韆
correcci髇 posible...
Lishis,
tras un 鷏timo espasmo producido por el veneno,
expir? Annarien levant?la cabeza hacia el cielo
y abri?los ojos llenos de l醙rimas. La luz la
her韆... Hab韆 recuperado la vista. Llorando y
viendo c髆o las l醙rimas empa馻ban su vista
recuperada, se desplom?sobre el cuerpo de Lishis.
?/span>La
flor que llevabas era completamente roja. La
boca de drag髇 s髄o es venenosa cuando se
vuelve escarlata, despu閟 de ser blanca. Como el
fuego p鷕pura del drag髇, quema y mata.
Se
llev?las manos a los ojos.
?/span>縌u?
he hecho? o quer韆 recuperar mis ojos a este
precio!
Llorando
y llorando, descubri?que sus nuevos ojos ve韆n la
primera luz con sufrimiento.
棥No
puedo pertenecer a la Orden... mat?a un ser
inocente... mi vida... mi trabajo... 縋ara qu?mi
magia? rgh! ?/span>grit?
angustiada.
?/span>No
mereces vivir, aberraci髇 de la naturaleza! iega
insensata! sesina! ?/span>dec韆
una voz en su mente?/span>-.
Lo mejor que puedes hacer es arrojarte desde el
balc髇 m醩 alto de este lugar sombr韔. Venga, 縜
qu?esperas, m韘tica??
|
|

|
|
Annarien
levant?la cabeza hacia el cielo y abri?los
ojos llenos de l醙rimas.
(Imagen
de la autora) |
|
|
|
Annarien,
con los ojos en blanco, subi?a lo alto del
templo. Descalza, subi?los 鷏timos pelda駉s de la
terraza, pas?una de sus piernas sobre la
balaustrada. Luego la otra. Se inclin?sobre el
vac韔. Cerr?los ojos. Respir?hondo...
?/span>玁o
lo hagas ?/span>dijo
una voz conocida en su cabeza?/span>.
Tienes mucho por lo que vivir, mucho que hacer...
Tienes que conocer a alguien que te haga feliz...
No lo hagas...?
La
m韘tica abri?los ojos y contempl? esta vez
dentro de s? el gran abismo que se abr韆 a sus
pies. Sus 髍bitas se abrieron sobremanera y a
punto estuvo de perder el equilibrio y
precipitarse al vac韔, pero se contuvo. Cerr?los
ojos y respir?hondo.
?/span>No
tengo perd髇. Soy una asesina... Tengo que
confesar mi crimen. S髄o as?podr?hallar la
paz... la paz que a mi alma le falta... mi
alma...
No
esper?para darle un buen entierro a su aprendiza,
se sinti?demasiado cobarde, demasiado impura para
poder osar tocar de nuevo su cuerpo y decirles a
todos que hab韆 provocado su muerte. Recogi?sus
pertenencias m醩 preciadas a toda prisa y abandon?
el templo, silenciosa, a lomos de Brisa, su yegua
plateada. Cruz?el bosque que antes no pod韆 ver,
para alcanzar un hermoso lugar de leyenda. Un
lugar donde, seg鷑 se dec韆, se perdonaban los
pecados m醩 aberrantes. Y aunque ella sab韆 que
subir de rodillas aquellos m醩 de quinientos
escalones no serv韆 para nada, aquel lugar la
atra韆 con una fuerza indomable. Hab韆 un gran
poder en 閘 que llamaba a una parte de su alma
hasta ahora dormida y que luchaba contra un ente
extra駉 que habitaba desde hac韆 poco junto a
ella...