N.? 41

JUNIO 2006

1

  

  
 

La vida sigue

Jos? Antonio Campos Rubio

  

  

H

ace unos a駉s, un d韆 de verano, uno de esos calurosos, de cielo despejado, unos amigos y yo fuimos a darnos un ba駉 a una playa cercana a M醠aga. Ten韆 la arena fina y, a su vez, innumerables rocas a su alrededor. En la zona central de la orilla se proyectaba una gran sombra sobre la arena blanquecina, era el Pe耋n del Cuervo, una roca caliza de grandes dimensiones.

  
    

Comenzamos a nadar, entre juegos, en la zona cercana al pe耋n, que parec韆 vigilarnos con tentadora mirada.

  

Nos dispusimos a tomar el sol. Era tan radiante que apenas pudimos aguantar la tentaci髇 de pegarnos un chapuz髇. Aquel d韆, el agua estaba g閘ida, se entumec韆n las piernas al entrar, hab韆 que permanecer un rato inerte cada vez que se daba un paso. Despu閟 de unos minutos, nuestros cuerpos empezaron a atemperarse mientras nos arroj醔amos agua los unos a los otros. Comenzamos a nadar, entre juegos, en la zona cercana al pe耋n, que parec韆 vigilarnos con tentadora mirada. Lo observamos fijamente y decidimos al un韘ono subir para saltar luego desde 閘.

蓃amos un grupo de siete personas, tres chicas y cuatro chicos, a cual m醩 intr閜ido. Pero, sin duda, la persona m醩 temeraria y decidida era Vanesa. Esta chica era alta, pelo rubio, con los rasgos muy marcados, de una gran personalidad y, sobre todo, buena amiga.

Comenzamos la ascensi髇 de la gran roca siguiendo la ruta marcada por el paso de los cientos de personas que subieron alguna vez, como si de un carril se tratara. A medio camino de la cima, decidimos lanzarnos al agua. Las piernas nos temblaban. Est醔amos a unos cinco metros de altura, pero, como siempre, Vanesa, sin mediar palabra, se lanz?al agua de cabeza y, a los pocos segundos, lo hicimos el resto.

Esta subida de adrenalina nos produjo unas ganas insaciables de trepar de nuevo, r醦idamente, para lanzarnos desde mayor altura. Pudimos subir al punto m醩 alto, entre quejas y lamentos de unos y otros, pero la verdad es que nadie se quedaba rezagado.

Una vez arriba, el miedo nos dej?inmovilizados. Nadie se atrev韆  a decir nada. Al mirar hacia abajo, se dej醔anse ver, a trav閟 del agua, unas rocas que antes, a ras de la arena, ni siquiera pod韆n imaginarse.

Despu閟 de observar la gran altura, que pod韆 aproximarse a los diez metros, y aquel oscuro fondo plagado de rocas que cerraban a modo corro la zona del chapuz髇, decidimos bajar por donde hab韆mos venido. En ese momento, Vanesa coment?

―o se醝s ni駉s, chicos! No pasa nada, yo me voy a tirar de cabeza.

Preocupado por lo que cre韆 una locura, le advert?

―縀st醩 loca...? No te lances, y mucho menos de cabeza. La marea est?baja y no sabes la profundidad que hay en esa zona... Hay muchas rocas...

Vanesa se lanz? al vac韔, con la cabeza por delante, y, como un atleta de salto de trampol韓, entr?en el agua de forma limpia, casi sin salpicar. Y, sin mediar palabra, empezaron a tirarse el resto de mis amigos, unos de 損ie? otros de 揵omba?..

Vanesa tard? unos segundos en salir a flote, pero sus movimientos no eran los propios de una joven tan llena de vida como ella. Surgi?del agua casi inm髒il, apenas pod韆 mediar palabra.

David, alarmado, le pregunt?

―縀st醩 bien?

Vanesa le contest?con voz d閎il:

―o! S醕ame de aqu? por favor.

Entre todos los que estaban en el agua la sacaron, y el resto bajamos del pe耋n como si la muerte nos persiguiera.

Vanesa estaba aturdida, no pod韆 andar, no sent韆 las piernas.

R醦idamente llamamos a la Cruz Roja. El servicio sanitario tard?unos diez minutos en llegar. En tan poco tiempo, la playa se desbord?de curiosos.

Vanesa, cada vez m醩 nerviosa por no sentir nada por debajo de sus caderas, rompi?a llorar, gritando:

―o siento las piernas! o siento nada!

Temiendo lo peor, nosotros intentamos entretenerla con bromas y gritos de 醤imo.

―No te preocupes. Es por efecto del choque con el agua. Pronto volver醩 a tener sensibilidad.

Una vez trasladada al hospital, y tras varias horas que nos parecieron una eternidad, los padres de ella, destrozados, nos reunieron para decirnos que su hija, tan feliz, tan cari駉sa, estaba hundida, con ganas de morirse, al enterarse de la tremenda noticia de que se hab韆 quedado irremediablemente parapl閖ica.

Las primeras semanas, Vanesa no quiso recibir visitas en el hospital, ni siquiera la de sus amigos. Transcurridos dos meses, por fin logramos visitarla. Ten韆 la mirada perdida, no paraba de compadecerse, se culpaba de todo lo que hab韆 pasado... Estaba terriblemente deprimida. Pero todos sab韆mos que Vanesa era una joven animosa, una luchadora.

Unos d韆s despu閟 de nuestra visita, la trasladaron a Toledo, a una cl韓ica especializada en el tratamiento de ese tipo de lesiones.

Tras un a駉 y medio de lucha interior y duras sesiones de rehabilitaci髇, vio la luz, comenz?a quererse, aprendi?a vivir de nuevo, a reconocer su par醠isis y, sobre todo, a dejarse amar.

En la actualidad, es una persona normal, con la gran fuerza de voluntad que la caracteriza. Ha acabado sus estudios de Derecho, tiene un buen trabajo y se va a casar el pr髕imo verano.

En esta historia se puede apreciar la imprudencia, la locura, la insensatez de eso que llamamos juventud, y c髆o cualquier imprudencia puede cambiar la vida de una persona en un instante. Un simple juego, una diversi髇 alocada, una acci髇 nuestra no meditada se convierte en un instante en una fatal pesadilla.

Pero lo m醩 importante que he sacado de esta vivencia es ver c髆o una persona, en este caso querida, es capaz de sobrevivir y salir adelante sin ning鷑 tipo de complejo y con total felicidad... basta con darle a la vida el inmenso valor que tiene, basta con amar el precioso don de vivir.

  

  

  

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Jos? Antonio Campos Rubio (M醠aga, 1982) es diplomado en Maestro en Lengua Extrajera (especialidad: Ingl閟) por la Universidad de M醠aga, en cuya Facultad de Ciencias de la Educaci髇 ha realizado los estudios.

  

  

GIBRALFARO. Revista de Creaci髇 Literaria y Humanidades. A駉 V. N鷐ero 41. Junio 2006. Director: Jos? Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright ?2006 Jos?Antonio Campos Rubio. Reservados todos los derechos ?2002-2006 EdiJambia & Departamento de Did醕tica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educaci髇. Bulevar Louis Pasteur, s/n. Campus de Teatinos. Universidad de M醠aga. 29071 M醠aga (Espa馻).

  

  

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