l ocho
de noviembre de hace varios a駉s, no muchos, me
fui a dormir, como todas las noches, a eso de las
once. Me sent韆 rara, no era como otras noches,
yo estaba inquieta y no pod韆 conciliar el
sue駉. Al final, consegu?quedarme dormida y, en
un momento, empec?a tener un sue駉 o una
pesadilla, no s?c髆o lo podr韆 llamar.
Era como
si yo hubiese entrado en otro mundo, en el que
estaba sola; no hab韆 nada ni nadie, s髄o una
enorme claridad que me imped韆 abrir bien los
ojos. Me sent韆 agobiada de no ver ni el
principio ni el final de ese extra駉 lugar.
Cuando ya llevaba un tiempo caminando sin saber
ad髇de iba a llegar, sent?una presencia detr醩
de m? Sin que me diese tiempo a mirar para ver
lo que era, algo me hizo que empezara a correr. Yo
corr韆 sin parar, tanto que las piernas me
pesaban, pero el miedo me imped韆 que parase y
que mirase
hacia atr醩, aunque sab韆 que lo que me
persegu韆 quer韆 algo de m?y eso mismo me
aterrorizaba. Cuando ya estaba tan cansada que las
piernas me pesaban como plomos, tuve la necesidad
de mirar hacia atr醩, pero, en el mismo instante
en que lo iba a hacer, despert?
Estaba
sudando, las piernas me dol韆n como si de verdad
hubiese estado corriendo, mi coraz髇 palpitaba
r醦idamente, me faltaba la respiraci髇 y sent韆
c髆o el p醤ico inundaba todo mi cuerpo aun
despierta. Intent?sobreponerme y, por unos
instantes, me par?a pensar en qu?pod韆
significar ese sue駉 que tan mal cuerpo me hab韆
dejado. Pero no pod韆. Era tal mi angustia, que
el resto de la noche la pas?despierta, temiendo
que revivir de nuevo la experiencia. Sin embargo,
me qued?con las ganas de haber mirado hacia
atr醩 para saber qu?era lo que me persegu韆 y
qu?quer韆 de m?
Cuando
lleg?la hora de levantarme para ir al instituto,
mi madre abri?la puerta y se sorprendi?al
verme despierta. Yo le expliqu?que hab韆 pasado
una mala noche a causa de una pesadilla.
Como
todas las ma馻nas, me arregl?y sal?pronto
para pasar por casa de mi amiga e ir juntas y, de
paso, aclarar unos asuntos que hab韆 sido motivo
de discusi髇 entre ambas el d韆 anterior.
Llam? al timbre que hab韆 adosado a la puerta de su
casa y nadie parec韆 atender mi llamada, daba la
impresi髇 de que no hab韆 nadie en esos
momentos. Me pareci?raro, pero no le di
demasiada importancia, as?que continu?mi
camino hacia el instituto.
Al
llegar a clase, tampoco la vi all? eso me
pereci?a鷑 m醩 extra駉, pero no dej?que su
ausencia me preocupara y me distrajera de las
explicaciones que la profesora ya hab韆 iniciado.
Toc?la sirena y, de improviso, irrumpieron en el
aula un profesor, acompa馻do del director.
Llamaron nuestra atenci髇. Ten韆n que
comunicarnos una desagradable noticia: Alicia, mi
amiga, hab韆 sufrido el d韆 anterior un fatal
accidente de moto y hab韆 muerto. El m醩
absoluto de los silencios se adue耋 de la clase.
Yo no me
lo pod韆 creer. Quer韆 llorar, pero no pod韆
soltar ni una l醙rima. Pasaron unos minutos, que
me parecieron eternos, y, seguidamente me
desvanec? En mi cara se hab韆 quedado congelada
una mueca de p醤ico como esa noche al despertar
de la pesadilla. Me vi de nuevo corriendo, pero
esta vez no tuve miedo y consegu?girar la cabeza
para ver qui閚 me persegu韆. Mir?y era ella,
mi amiga, que hab韆 muerto a causa de una
accidente: quer韆 aclarar nuestro malentendido y
despedirse de m?