N.? 36

ENERO 2006

3

  

  
  

Mal de desamores

Francisco de Sales S醤chez Corrales  

  

?/span>Y

a sab閕s de sobra que a Gerardo s髄o le importa su trabajo ?/span>dijo Julia al resto de los comensales, contestando en nombre de 閘, mientras que, con la mirada, buscaba su reacci髇 a la opini髇 que acababa de manifestar y, con su sonrisa, solicitaba una negaci髇, preferiblemente acompa馻da de t? me importas m醩, cari駉.

La contestaci髇 era para una de esas preguntas innecesarias que se hacen para llenar el tiempo, para falsear un inter閟 incierto, pero fue la excusa perfecta que ella encontr?para poder conocer su opini髇.

蒷, para no mentir, cre?otra sonrisa s髄o aparentemente sincera, que pudiera servir como respuesta.

La mueca artificial comenz?inmediatamente a convertirse en dolorosa, ya que ten韆 la responsabilidad de no dejar traslucir los recuerdos que se le estaban amontonado.  Tiempo atr醩 hubo una mujer que le interes?m醩 que su trabajo.

Quien hizo la pregunta consigui?evitar una respuesta, ya que se la cambi?casi inmediatamente por otra, tambi閚 desganada, relacionada con su 鷏tima exposici髇.  Fue la ocasi髇 ideal para mudar de sonrisa, ahora m醩 cierta, con la que contar que se hab韆 vendido toda el mismo d韆 de la inauguraci髇, y que ya ten韆 otras dos en cartera.

Termin?aquella comida de compromiso.

Todas las parejas entremezclaron sus besos de despedida con la reprimenda mutua de que ten韆n que verse m醩 a menudo.

Fue con Julia en silencio hasta el coche y el mismo silencio les acompa耋 todo el camino.

Fren?delante del portal.

?/span>縉o metes el coche al garaje?

?/span>No.  Tengo que ir al estudio.

?/span>縋or qu?no te tomas la tarde libre y te quedas conmigo? 縉o puedes dejarlo ni siquiera el d韆 de nuestro veinticinco aniversario?

?/span>Tengo que ir. Volver?pronto.

Su coche, casi aut髇omo, como si fuera su c髆plice, le llev?a la calle Generaci髇 del Veintisiete. Encontr?un sitio donde aparcar. Anduvo unos pasos, pocos.

Se par?a un lado del escaparate de Modas Rosa.

El nombre se hab韆 quedado anticuado, pens?

A trav閟 de los huecos que quedaban entre las prendas de la exposici髇 primavera-verano, pero escondi閚dose para ver sin ser visto, vio el cuerpo alargado de Rosa Molina, la autora de los recuerdos que se hab韆n presentado en su memoria durante la comida.

Rosa fue durante a駉s el amor secreto. Secreto incluso para ella, pues no se atrevi?a decirle la primera palabra hasta que, cuatro a駉s despu閟 de haberla visto por primera vez, en una ocasi髇 que acompa耋 a Julia a comprarse ropa, lleg?otro d韆 de desesperaci髇 en el que decidi?arriesgarse a hablarle de la irrupci髇 involuntaria de ella en todos sus pensamientos, en todos los cuadros que pintaba, en todos los sue駉s que so馻ba. Prefiri?hacerlo antes que seguir rastreando desesperadamente por el aire el olor que ella le contagiara aquel 鷑ico d韆, antes que seguir muri閚dose de silencio cada momento de cada d韆.

Durante meses, con esa lentitud torpe para los asuntos de sus sentimientos, fue construyendo un mon髄ogo para recitar; un mon髄ogo en el que cada d韆 desordenaba lo que el d韆 anterior le parec韆 la m醩 perfecta declaraci髇 de amor, y al que cada d韆 a馻d韆 un adjetivo, un matiz, un tono...

Ten韆 pensadas incluso las respuestas a las poco probables palabras de ella, pues esperaba m醩 un desplante que una atenci髇.

Hab韆 ensayado ante el espejo de su plan las posturas, las pausas, las miradas que ten韆n que ser a ella y las miradas que deb韆n ser ausentes, y ese d韆 lluvioso del final de su desesperaci髇, o del principio de otra desesperaci髇, enfil?con su tambaleante decisi髇 la calle donde, a las ocho de la tarde, cerraba el comercio de modas selectas. Esper?a que diera tres vueltas con la llave en la cerradura, como hab韆 contado muchos d韆s de esp韆 enamorado, y se acerc?hasta ella.

?/span>Quiero hablar con usted ?/span>le dijo sin siquiera saludar.

Cerr?su paraguas y lo dej?caer al suelo, a pesar de la lluvia, porque en los ensayos nunca hab韆 tenido en cuenta la posibilidad de que lloviera, y necesitaba ambas manos para suplir algunas de las palabras que ten韆n que hablar de su descorazonamiento, pues estaba seguro de no tener coraz髇 desde el d韆 de la fortuna o la desdicha de conocerla.

No le ocult? que estaba casado, y, sin saber si ella tambi閚 lo estaba o si su amor era libre, le dijo que necesitaba amarla, y, para que su vida siguiera viviendo, necesitaba conocer la ternura de sus manos, y necesitaba repetirle su nombre, Rosa, Rosa, Rosa, al o韉o, y necesitaba llenarla de atenciones; para aliviar su desesperanza necesitaba o韗la pronunciar el nombre de Gerardo en la boca de su deseo, y necesitaba comer de su presencia y beber en sus besos.

Era tal el conflicto en su vida que se hab韆 convertido en un vagabundo que erraba por su estudio, por su casa y por su vida.

Y era tal su deterioro, su dram醫ico abatimiento, que le hab韆n llevado a varios m閐icos, que acabaron certificando que lo 鷑ico que le pasaba era que padec韆 el mal de los desamores.

Cuando Julia escuchaba la unanimidad de la respuesta, y ya que no pod韆 sacarle nada m醩 que mutismos, ni una confidencia, ni un desahogo, empez?a enfermar de falta de razonamientos, y un d韆 s?y otro tambi閚 sucumb韆 a la vor醙ine de su pensamiento desquiciado, y le echaba en cara retah韑as de quejas, arengas soflamadas, me vas a volver loca como te has vuelto t?.. y deja ya de disfrutar en tu mundo de ido y vuelve aqu?a responsabilizarte de m? vuelve, que no puedo soportar m醩 este desorden, este caos trapacero, vuelve, desgraciado...

En una de aquellas ocasiones, su p閞dida encontr?el presente y aprovech?para tomar la resoluci髇 irrevocable de hablar con Rosa y confesarse.

蓅a era la decisi髇 que necesitaba.

  
    

A trav閟 de los huecos que quedaban entre las prendas de la exposici髇 primavera-verano, pero escondi閚dose para ver sin ser visto, vio el cuerpo alargado de Rosa Molina...

(Foto "Desamor", de Teodoro Gracia Jim閚ez)

  

Se levant?de su sill髇 del olvido y pidi?perd髇 a Julia, mucho perd髇, pero sin sentirlo, s髄o para tranquilizarla.

La normalidad le recuper?del caos donde estuvo exiliado. Volvi? a pintar, mejor que nunca y m醩 inspirado. Llenaba lienzos de colores enamorados, y siempre, todo, era un homenaje a Rosa.

Urdi?la declaraci髇 en el silencio de su estudio. Muchas veces dejaba los pinceles sobre la paleta, expuestos a deshidratarse, y abr韆 la puerta de su secreto y entraba con los ojos cerrados a decirle cosas a Rosa. Volaba hasta la playa, donde siempre la encontraba esper醤dole, tendida, empap醤dose de sol, y cada vez le depositaba un beso en sus labios mullidos; ella abr韆 los ojos, le recriminaba con genio infantil por no haber llegado antes, y enseguida le abrazaba, rodaban por la arena, y el resto de la gente, por la magia de la imaginaci髇, desaparec韆.

La Creaci髇 entera a su disposici髇 y su servicio.

Regulaba la intensidad del sol y su calor; cambiaba el decorado, hoy esta palmera aqu? y ma馻na all? modificaba las nubes, y el tono azul del mar segu韆 en el cielo, con lo que consegu韆 que desapareciera la l韓ea del horizonte.

Los besos eran, por primera vez en la historia, eternos, y la desnudez de ella, interminable.

Pod韆 pasarse perfectamente el resto de la tarde en la postura que ten韆 al comienzo de su fuga al mundo de los sue駉s de sus deseos, y volver horas m醩 tarde al encuentro con sus piernas dormidas, Dios m韔, qu?hora es, tengo que marcharme corriendo.

As?vivi? hasta el d韆 que tuvo ahorrado el suficiente arrojo como para propiciar el encuentro en la tarde noche lluviosa del catorce de noviembre.

?/span>Quiero hablar con usted. Por favor, no se asuste, tengo que decirle algo.  Tengo que decirle muchas cosas. S?que le va a parecer muy extra駉 todo lo que voy a contarle, pero debo hacerlo, as?que, por favor, no se mueva hasta que termine y, por favor, no me interrumpa.

As?era el inicio de la revelaci髇 m醩 desconcertante que hubiera escuchado nunca, pero no fue capaz de alejarse de aquel hombre que pronunciaba su nombre con experiencia, que le hablaba con soltura de amor, de necesidad, y que le ofrec韆 un futuro como quien ofrece un pitillo.

Fue ella la que, compadecida, le invit?a entrar en una cafeter韆, y asisti?enmudecida al resto del discurso delirante.

Escuch?sus gestos m醩 que sus palabras, sus ansias m醩 que sus tropiezos, sus sentimientos m醩 que su contenido, su profundidad m醩 que su zozobra, su sinceridad m醩 que la revelaci髇.

Dej?que agotara su disertaci髇 sin interrumpirla. Cada vez fue prestando m醩 atenci髇 a lo que le dec韆, porque ve韆 que no era una locura sin raz髇 y sin sentido, y cada cosa que le escuchaba le hac韆 imaginarse que ese hombre, que ahora estaba ensopado frente a ella, en otros momentos habr韆 estado sintiendo y ordenando lo que ahora contaba.

Para comprobarlo le pidi?que, por favor, empezara otra vez desde el principio, y 閘, sin inmutare, o sin darse cuenta, recit?por segunda vez el texto del papel que se hab韆 adjudicado en ese soliloquio con espectadora, y fue una repetici髇 exacta, como una grabaci髇, y as?hubiera podido pasar el resto de su vida si ella no hubiera tenido la compasi髇 de cogerle una mano, y luego la otra, y si no hubiera compuesto un gesto con sus ojos que le hablaban de comprensi髇 y no de rechazo.

蒷 la mir?con sorpresa, con una mirada que no estaba en el gui髇, pues en su desvar韔, se hab韆 permitido esperar cualquier desconsideraci髇, cualquier insulto, cualquier desprecio, casi cualquier cosa menos acabar acogido en las manos intocadas de la musa de sus anhelos.

蓅e fue el mejor modo de cortar aquel discurso desesperado, en el que sobresal韆n sus miedos por encima de sus esperanzas.

?/font>縔 si no hablas? ?/span>le invit?

Se sinti?mejor sin hablar.

En cambio, el silencio hac韆 el tiempo m醩 largo.

Ella le concedi?a鷑 m醩 tiempo de silencio, en el que parec韆 sentirse inc髆odo, pero poco a poco se fue serenando.  Recuper?la sonrisa que mucho antes hab韆 perdido: la encontr?en la sonrisa de ella.

?/font>Ahora no s?qu?decirte ?/span>confes? ella.

?/font>Tampoco hace falta que me lo digas ahora.

Concertaron otra cita, en ese mismo caf? a esa misma hora, ese mismo d韆 de la semana en la semana siguiente. Y, a partir de entonces, las citas fueron continuas; la intimidad fue creciendo en los siguientes a駉s que vivieron felices en la clandestinidad de su amor.

Cada uno de ellos ten韆 que ingeniar excusas y mentiras para sus respectivas parejas, pero cada uno de los momentos robados a sus destinos eran recompensados con la vivencia de lo que nunca consideraron una aventura, sino el recreo en sus mediocres vidas matrimoniales.

Ahora no era importante que hubiera terminado, ni c髆o, porque todo es c韈lico, y todo termina antes o despu閟.

As?lo record? y lo pens?escondido para ver sin ser visto.

Rosa estaba igual, no le perjudicaba el peso ni el paso de los a駉s.

蒷 s?se consideraba mayor. Una fr醙il coqueter韆 le dijo que ser韆 mejor que ella no le viera para que pudiera guardar en el almac閚 de los recuerdos su cuerpo duro, la cara viva, el pelo m醩 largo y m醩 joven, los ojos en閞gicos, y la vitalidad de aquel Gerardo de los desamores que un d韆 la abord?con la violencia de un tren desbocado en la calle mojada.

Se retir?feliz y apenado.

Deambul?a鷑 perdido en el pasado reci閚 despertado a trav閟 de muchas calles antes de volver a la misma calle.

Entr?en el coche. Puso la escena primera, acto tercero, de la 髉era Luc韆 de Lammermoor, y poco a poco fue volviendo a la realidad.

Fue encerrando los recuerdos en el caj髇 secreto al que su mujer nunca hab韆 podido acceder.

Recompuso el presente. Encamin?el coche en direcci髇 a su casa, pens?qu?contarle a Julia cuando le preguntara, y sac?de la guantera el regalo del veinticinco aniversario.

Prepar?como pudo un peque駉 discurso com鷑, sin la fiebre y la pasi髇 de aquel otro que compuso para Rosa, un discurso en el que aparecieran las palabras felices veinticinco a駉s junto a ti, s?me importa mi trabajo pero m醩 me importas t? no puedo vivir sin ti aunque no sepa dec韗telo, todo ello salpicado con alg鷑 te quiero, alg鷑 vida m韆, y esa noche, por compromiso, le har韆 el desamor.

  

  

  

  

_______________

Francisco de Sales S醤chez Corrales (C髍doba, Espa馻, 1954) est?al frente de la Gerencia de una empresa de distribuci髇 y, desde la m醩 temprana edad, es un fervoroso enamorado de la creaci髇 literaria, tanto en prosa como en verso. Durante la d閏ada de los 90, le invade una inquietante y pertinaz necesidad de escribir, de redactar en unos folios cuanto bull韆 en su interior m醩 desconocido. Por ese tiempo, empieza a asistir a unas reuniones de poetas que se celebraban semanalmente, que 閘 abandona al cabo de unos meses. Ha sido relativamente reciente cuando se ha entregado a la actividad creativa de forma sistem醫ica. Aunque tiene escrito un libro, Andrea Amor, que se inserta en el realismo fant醩tico, y otros dos empezados, adem醩 unos 40 relatos cortos y un millar de poemas, Francisco de Sales es m醩 conocido por su colaboraci髇 en diversas p醙inas digitales de literatura.

  

  

GIBRALFARO. Revista de Creaci髇 Literaria y Humanidades. A駉 V. N鷐ero 36. Enero 2006. Director: Jos? Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright ?2006 Francisco de Sales S醤chez Corrales. Reservados todos los derechos ?2002-2006 EdiJambia & Departamento de Did醕tica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educaci髇. Bulevar Louis Pasteur, s/n. Campus de Teatinos. Universidad de M醠aga. 29071 M醠aga (Espa馻). Cualquier reproducci髇 total o parcial debe contar con la autorizaci髇 expresa del editor o de los autores.

  

  

  

    Nedstat Basic - Web site estad韘ticas gratuito
El contador para sitios web particulares

Tomtop| Online shop| Online Einkaufen

Addmotor Electric Bike| Electric bike shop / electric bicycle shop Electric bike review| Electric trike| Fat tire electric bike| Best electric bike| Electric bicycle/E bike| Electric bikes for sale| Folding electric bike| Electric mountain bike| Electric tricycle Mid drive electric bike| Juiced Bikes Pedego Rad-Power

地產代理/物業投資| 租辦公室/租寫字樓| 地產新聞| 甲級寫字樓/頂手| Grade A Office| Commercial Building / Office building| Hong Kong Office Rental| Rent Office| Office for lease / office leasing| Office for sale| Office relocation

DecorCollection歐洲傢俬| 傢俬/家俬/家私| 意大利傢俬/實木傢俬| 梳化| 意大利梳化/歐洲梳化| 餐桌/餐枱/餐檯| 餐椅| 電視櫃| 衣櫃| 床架| 茶几

Wycombe Abbey| 香港威雅學校| private school hong kong| 香港威雅國際學校| Wycombe Abbey School 國際小學| 英國學校| International schools hong kong| 香港國際學校|

邮件营销| 電郵推廣| edm营销| 邮件群发软件| 营销软件| Email Marketing| 搜尋引擎優化 SEO

QR code scanner| inventory management system| labelling| Kiosk| warehouse management|

拍片王 - 影片製作/video editing