mpezar? diciendo que hay hombres descubridores de
para韘os, de 醤geles silvestres y de magias.
He podido observar en diversas cartas de amor, el remo que
mueve las olas del coraz髇 inm髒il de una mujer
en silencio.
Ahora, libre del m醩 m韓imo obst醕ulo, pasan las nubes
sobre mi cabeza, con la vieja f髍mula de luces y
sombras, en este parque apaciguador de nostalgias
en que abro la p醙ina de un libro de versos,
mientras observo la foto de un infante que me
llama con su dedo 韓dice, haci閚dome subir por
una escalera que se ampl韆 cuando asciendo en
este atardecer musical, mitad arte y mitad un
inmenso camino.
Nadie puede imaginar la distancia que hay entre su
peque駉 dedo 韓dice y el escal髇 amplio de esta
escalera por donde transito. Es improbable todo
c醠culo. No se trata de cualquier ni駉 haciendo
se馻s con un dedo.
Muchas figuras me salen al paso: Un gato azul de barba
blanca, una encopetada bailarina espa駉la, las
elegantes franjas de una cebra, el variado ruido
de un p鷅lico que grita en un partido de f鷗bol,
tres palabras escritas en franc閟, tu, moi,
maison, veinticuatro auroras del Polo Norte y
una tasa de t?donde est?dibujada la rosa de
los vientos. La 鷑ica rosa capaz de salvar a
cualquiera de las garras voraces del mar. Digo
esto y marco en el mapa de mi memoria el rumbo
fijo hacia el ni駉 que fui, hacia el para韘o
韓timo y casi olvidado que tuve y que est?por
suerte vivo.
Regreso al mundo de la infancia. Cavo un hueco y
desentierro los juguetes m醩 queridos, los limpio
con mis manos, alcanzo a desvestir el lodo que los
empa馻. Siete son por todos: el avi髇, la caja
de letras, el payaso flaco y
cuatro bolas de colores.
Jugar era mi delirio y lo hac韆 tirado en la hierba,
buscando entre los peque駉s arbustos y las
ra韈es secas, un para韘o adecuado a mi edad, en
medio de una tarde sin agua cubierta de sol.
Desde ahora ser?el hombre que cruz?el tiempo hasta su
infancia, prolongando as?una 閜oca llena de
ideas que a鷑 mantengo vivas.
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Ahora, libre del m醩 m韓imo obst醕ulo, pasan las nubes
sobre mi cabeza, con la vieja f髍mula de luces y
sombras, en este parque apaciguador de nostalgias
en que abro la p醙ina de un libro de versos. |
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