N.? 36

ENERO 2006

1

  

  
  

Semidioses

Luis Oca馻  

 

  

E

l se駉r D. despert?sin sobresaltos. Su primera impresi髇 fue la de estar vivo pese a que sus sentidos se negaran a significar cualquier percepci髇 concreta. Temperatura an醠oga y constante, textura acuosa e inconsistente, era todo lo que aquella exclusiva atm髎fera le suger韆. Cre韆 flotar, levitar inmerso en un blanquecino fluido sin fin. Su mente se adapt?a aquel amni髏ico entorno sin caer en el m醩 m韓imo gesto de histerismo. Se mantuvo sereno e incluso lleg?a disfrutar por breves instantes del fluctuar de sus miembros, invisibles para 閘, sin impedimento alguno. Trat?de orientarse sin encontrar referencia. Solo una  amalgama de inmateria y luz que lo envolv韆. Trat?de o韗 su voz sin llegar a saber si hab韆 emitido sonido alguno. Ciego, sordo y mudo al parecer. Comenzaron las preguntas sin respuesta. Continuaron sin respuesta las preguntas. Inici?entonces una inmersi髇 retrospectiva, buce?entre lagunas pret閞itas tratando de aclarar un mar de dudas presentes, acuciantes. Estaba en casa y era tarde, ve韆 televisi髇 en el dormitorio, todo normal; no recordaba haberse acostado, le pareci?que hac韆 un siglo de aquello. Nuevamente el albor acud韆 a su mente. Papeles en blanco, cajones vac韔s, habitaciones desnudas, nada donde registrar en su memoria acerca de lo ocurrido: sin nexo entre sus recuerdos y la situaci髇 actual. Eso le preocup? Aun as? desbordado por las dudas, tampoco encontraba razones para el temor. No exist韆 amenaza, todo estaba bien all? tan s髄o parec韆 encontrarse aislado, suspendido, a la espera. Suerte de limbo ingr醰ido 緾u醤to durar韆 aquello? 縌u?ocurrir韆 a continuaci髇? Al fin, la idea m醩 l骻ica se abri?camino en su mente. Parec韆 confirmarse afirmativa una cuesti髇 universal. Hab韆 algo m醩. Su vista se nubl?sin que fuera consciente de ello y al momento sinti?alejarse sin tampoco saber de qu? Daba igual, aceptar韆 lo que llegase con resignaci髇. De nuevo, el sue駉 se apoder?de 閘.

  

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Trat?de orientarse sin encontrar referencia. Solo una  amalgama de inmateria y luz que lo envolv韆. Trat?de o韗 su voz sin llegar a saber si hab韆 emitido sonido alguno.

  

Cuando el se駉r D. volvi?a despertar, s?se encontr? de lleno ante una referencia inconfundible y terrenal. Un rayo de sol se colaba a trav閟 de una lejana claraboya incidiendo directamente sobre su figura, proyect醤dose as?su sombra sobre el marm髍eo pedestal que serv韆 de piso. Le parecieron s韒bolos de inequ韛oca existencia. Se descubri?a s?mismo en un majestuoso sal髇, erguido sobre un confortable div醤 de estilo renacentista y envuelto en delicadas gasas. Se observ? La piel de su cuerpo, rasurada sin excepci髇, ten韆 un tono azulado y p醠ido. Contrastaba esta imagen con la sensaci髇 de plenitud f韘ica que emit韆n todos los testigos de su cuerpo. Sus m鷖culos y articulaciones, entumecidos pero plenamente presentes, anhelantes de movimiento y excitaci髇, se encontraban rejuvenecidos. Durante un segundo, incluso estuvo tentado de probar su forma realizando alg鷑 salto o pirueta. Medit? A sus a駉s, no le pareci?lo m醩 apropiado. Ri?por dentro. Ante 閘, yac韆 lo que parec韆 ser una mesita auxiliar de dise駉 vanguardista, cubierta por bordado mantel de seda y coronada por diversas fuentes repletas de lo que parec韆 comida, aunque un tanto extravagante. A un lado encontr?algo que llam?su atenci髇. Un 醤fora labrada inclu韆 letras doradas en su decoraci髇, graf韆s que le resultaron familiares, sus propias iniciales en oro puro, W. D. Sinti?un escalofr韔. Recay?al momento en lo absurdo de su situaci髇, nuevamente incapacitado para hilvanar hechos o predecir acontecimientos. Volvi?a sonre韗, iluminado por el astro rey y rodeado de penumbra y silencio. Expectante.

  

*     *     *

  

El joven que, de pronto, encontr?ante s? parec韆 enormemente feliz. Surgido de la nada y cubierto por una simple t鷑ica, lo observaba fijamente con expresi髇 de asombro y gratitud. Gozaba de la m醲ima armon韆 y equilibrio en su complexi髇. De ojos azules y perfectas facciones, aquel joven rebosaba energ韆 y vitalidad. Iluminado al igual que 閘, y ataviado con tenues ropajes, el se駉r D. lo imagin?como ideal hel閚ico sin mayor esfuerzo.

緾髆o est?se駉r? 縎e encuentra bien? Le est醔amos esperando.

Al se駉r D. le sorprendi?el acento de su interlocutor, que no supo ubicar. La pregunta hab韆 sido formulada de forma plana y monocorde, sin inflexi髇 alguna en su entonaci髇.

Perfectamente. 緿髇de estoy?

Su tono era imperativo. El se駉r D., adem醩 de ser enormemente pragm醫ico, era un hombre acostumbrado a dar 髍denes. No obstante, la respuesta, en boca del joven Ascis y acompa馻da de una sonrisa, se dilat?unos interminables segundos.

En casa, se駉r.

  

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riogenizado! 縀ra posible? Aquel muchacho que afirmaba ser su descendiente hab韆 hecho uso de su propia herencia a suya! Conservada y multiplicada durante siglos, para rescatarlo de su condici髇 de fallecido y devolverlo a la vida en un momento hist髍ico en el que la enfermedad causante de sus desdichas estaba erradicada. esultaba una idea absurda, surrealista! Recordaba alg鷑 tipo de cl醬sula en este sentido al firmar un seguro de vida, aunque no prest?demasiada atenci髇 a aquel punto de una letra peque馻 que jam醩 le韆. Por aquellos tiempos firmaba constantemente todo lo que sus asesores le pon韆n por delante. Debi?de ser el a駉 anterior a su muerte, o sea, el 2005. De su era, claro est? pues seg鷑 le hab韆 explicado su descendiente, el tiempo pose韆 por entonces (que no ahora) un rasgo inherente, un lastre. A su paso el hombre perecedero sucumb韆. Algo inconcebible en la Nueva Era. Desde que el hombre super?esa barrera, el concepto de tiempo se suprimi? Esto ocurri?en el 2850 aproximadamente, el reloj dej?de tener sentido y se perd韆 la cuenta de los a駉s transcurridos. Aun as? y pese a la despreocupaci髇 ciudadana, se hab韆 procurado un riguroso control estamental del paso del tiempo que permit韆 afirmar que, a fecha de hoy y sin lugar a dudas, nos encontr醨amos a dos de abril del a駉 3091, siempre y seg鷑 calendario de la Antigua Era.

  

  

Llevaba seis lunas recluido en c髆odas estancias. Era necesario para su proceso de aclimataci髇. En ese tiempo, su piel hab韆 adquirido tersura y un tono m醩 natural. Hab韆 recibido visitas de diversos familiares o descendientes, no coet醤eos en todo caso. 蒷 fue el 鷑ico de su generaci髇 que firm?una cl醬sula de aquel tipo. Hab韆 tenido tiempo de recibir noticias acerca de los prodigios de la ciencia, de la abolici髇 del tiempo y la muerte, de las fruct韋eras incursiones en galaxias cercanas, posibles sustitutas de la actual, ya decadente; de la Infinitizaci髇 de los recursos, de la 閜oca conocida como de Domesticaci髇 Gen閠ica, del Siglo de la Decantaci髇 o las Guerras Cl髇icas, de c髆o cayeron una a una todas las negras pestes que asolaban sociedades pasadas dejando el camino libre a un nuevo hombre, un hombre decidido a abolir el concepto de futuro y perteneciente a una casta de elegidos, el hombre perenne, constante, inalterable?/span>

  

*     *     *

  

Hab韆n pasado m醩 de mil a駉s y el espejo le devolv韆 una imagen mucho m醩 joven de la que pose韆 al morir (a鷑 no se hab韆 acostumbrado a eliminar la muerte de su vocabulario). El pelo le nac韆 oscuro y tupido, y las arrugas de su rostro se hab韆n difuminado dando lugar a que su tez recobrase el brillo y esplendor de anta駉. M醩 de mil a駉s sin saber, sin vivir. El proceso de inversi髇 del avance degenerativo, no as?su detenci髇, era un logro relativamente reciente, lo que hab韆 imposibilitado su reincorporaci髇 al nuevo estatus con anterioridad, pero ahora, finalizado ya el tiempo de prudencial espera, el se駉r D. abandonar韆 la c醦sula de aislamiento y conocer韆 de primera mano la m醩 incre韇le de las utop韆s. La Sociedad Eterna.

De nuevo Ascis, acompa馻do de Loa, j髒enes ambos de generaciones recientes, lo guiaron en su recorrido. Los prodigios eran cuantiosos. Encontr?una ciudad vertical, flotante y aut髇oma, paralela a la costa. En sus tiempos ya se com韆 terreno al mar. Las m醧uinas lo hac韆n todo. Sumisas y sofisticadas, resolv韆n la cuesti髇 laboral y productiva sin haberse dado jam醩 el menor conato de sublevaci髇. Nunca fueron un peligro como se afirm?en alg鷑 momento. Su capacidad intelectual bien es sabido que qued?en la mera resoluci髇 de problemas, sin rastro de iniciativa. Degust?exquisitos manjares, entelequias gastron髆icas dif韈ilmente descriptibles. Descubri? con asombro, los m醩 curiosos sistemas de entretenimiento. El ocio era el rey, puesto que hab韆 que matar el tiempo?/span>

緾髆o se llama este artilugio?

Recuperador de Experiencias Pasadas y Positivas respondi? Loa colmada de inter閟 por mostrar a su antecesor los mejores hallazgos. En su interior, la mente configura de manera autom醫ica y selectiva el espacio virtual o entorno a todos los niveles sensoriales. Permite a cualquiera revivir momentos dichosos de su vida con la m醲ima fidelidad 縌uieres probarlo?

Ella era, por supuesto, el perfecto reflejo de Ascis, su misma sublimaci髇 morfol骻ica representada bajo atributos femeninos. Usaba, sin embargo, el mismo tono en su discurso que las m醧uinas expendedoras de cigarrillos del siglo XX. La m鷖ica, al contrario, presente en cada rinc髇, gozaba de una armon韆 y sugerencia inusitadas. Pol韈roma y cargada de matices, sugestionaba el o韉o de manera indefectible, elevaba el 醤imo. Uno se acomodaba f醕ilmente a su ritmo, a su cadencia, ausente de estridencias y plena de atractivas melod韆s. Crey?reconocer alguna sin lograr rememorar a su autor.

Prefiero conocer el Disipador de Cargos de Conciencia del que me hablaste. 縀s instant醤eo?

laro! confirm? emocionada―. limina los problemas y reafirma el bienestar? La frase caus?la risa de ambos j髒enes. Era el lema en la campa馻 publicitaria explicit?/span>. Pero ya no est?muy de moda porque apenas quedan problemas, pero a ti te vendr?muy bien, quiero decir que facilitar?tu integraci髇. ―Hizo una pausa. Debes estar muy afectado con todo esto.

Llevadme hasta all?

  

*     *     *

  

Tras diez o doce ocasos de convivencia (hab韆 perdido la cuenta), cre韆 conocer la esencia de aquella sociedad. J髒enes, ociosos, y felices para toda la eternidad. Equilibrio perfecto entre sus componentes. Configuraci髇 social horizontal que permit韆 a todos disfrutar por igual de los recursos sin l韒ite. El ciudadano recib韆 un trato tan exquisito por parte de las m醧uinas, y desde hac韆 tanto tiempo, que ya nadie sab韆 exactamente qui閚 se encargaba de programarlas. Aquello marchaba s髄o. Pero el se駉r D. a鷑 no hab韆 formulado algunas preguntas que rondaban su repleta, su desbordada mente. Aprovechando uno de sus habituales paseos quiso saber.

縎ois realmente felices?

Claro que s?afirmaron al un韘ono.

Se erradicaron los problemas que afectaban a la sociedad. Las enfermedades y la degeneraci髇 se abolieron. La muerte, la verdadera y principal causa de desdicha entonces, fue superada por la raz髇. As?nos lo cuentan y as?lo entendemos.

Loa a馻di?

No queremos la muerte. Sabemos que se hac韆 uso de ella para atemorizar a la poblaci髇. Era terrible, la existencia de estas gentes era limitada, y adem醩 sufr韆n durante su ciclo un constante miedo a lo desconocido. Conocemos esto y no queremos otra cosa. Queremos ser as? Inmortales.

Son? tan rotunda su afirmaci髇 que el se駉r D. no tuvo m醩 remedio que creerla. Pero algo m醩 se echaba de menos.

縔 los ni駉s?

Los muchachos se miraron entre s? Ignoraban a qu?se refer韆 exactamente. Esta vez fue Ascis quien se atrevi?

縀ran unos habitantes peque駃tos de la Era Antigua? Creo que un ascendente me cont?algo acerca de ellos. Como b醨baros a馻di?en un susurro.

Se dirigieron los tres a una sala de acceso conjunto y enlazaron con la Enciclopedia Virtual del Conocimiento. Su intenci髇 era recabar informaci髇 sobre el tema. Indicaron sus patrones de b鷖queda. De manera inmediata, un haz anaranjado ilumin?la sala intermitentemente. Una voz proveniente de un lugar indefinido lanz?el siguiente mensaje:

獷l patr髇 de b鷖queda solicitado hace referencia a un concepto incompatible con el modelo social establecido, la Sociedad Eterna. El art韈ulo n鷐ero 1 de su normativa vigente proh韇e expresamente la naturaleza infantil por su propia condici髇 de agente nocivo para el sistema, dadas sus cualidades perturbadoras del equilibrio que atentan directamente contra el paradigma social estable, base de nuestro precepto. La promoci髇 u omisi髇 de este tipo de naturalezas ser?sancionada con un Proceso Desintegrativo No Reversible seg鷑 lo establecido en el punto 1.1 del Cat醠ogo Universal de Sanciones.?

La voz reinici?el discurso. Abandonaron el lugar procurando no llamar la atenci髇 ni ser observados.

Cuando el se駉r D. despidi?a sus descendientes en el umbral de su escenario (pues as?llamaban a unas viviendas que mutaban en su configuraci髇 y ergonom韆 de forma constante, siempre en funci髇 de las necesidades o apetencias del usuario), 閘 ya sab韆 qu?har韆 a continuaci髇. Con caminar pesado se dirigi?a su estancia. Pose韆 un arc髇 de caoba, vestigio de otro tiempo, conservado e incorrupto como 閘 mismo. Busc?la llave en su bolsillo, una peque馻 llave que su padre le entregara un d韆 muy lejano, cuando a鷑 era inocente. Abri?aquella reliquia con la ceremonia que merec韆. Por unos instantes investig?entre objetos ilustrativos de su experiencia, asociados a su ser, ligados a su vida. Intent?evocar, fijar en su mente los rostros de los personajes, los hechos, las situaciones. Apenas lo consigui? Nada quedaba de aquello. Mansamente se dej?llevar por su instinto.

Tom? el arma en su mano. La adquiri?con licencia en 1989 para su seguridad personal. Jam醩 la us? Un hierro as?hab韆 soportado el paso del tiempo sin alterarse. Cumplir韆 su misi髇. Afirm?el ca耋n en su sien y amartill?el percutor. Suspir? En esta ocasi髇 dese?cerrar los ojos por 鷏tima vez.

Todo fue en vano. El Galvanizador de Elementos Org醤icos hizo su trabajo a la perfecci髇 a partir de sus restos devolviendo al se駉r D. al estado que le correspond韆 por contrato: el consciente. Lo trajo de nuevo a una sociedad, la nuestra, que sublima el ego韘mo, y que nos aboca a todos a una vida sin futuro, subyugada a tan s髄o dos tiempos verbales: pasado y presente continuo.

  

  

  

  

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Luis Oca馻 P閞ez de Madrid (Ciudad Real, 1973) curs? estudios primarios en el C.P. 揕os Guindos?de M醠aga y posteriormente super?el bachillerato en el I.E.S. 揈milio Prados? Actualmente se encuentra estudiando 2.?curso de Magisterio en la especialidad de Maestro en Lengua Extranjera en la Facultad de Ciencias de la Educaci髇 de la Universidad de M醠aga. Curso acad閙ico 2005-2006. 

  

  

GIBRALFARO. Revista de Creaci髇 Literaria y Humanidades. A駉 V. N鷐ero 36. Enero 2006. Director: Jos? Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright ?2006 Luis Oca馻 P閞ez de Madrid. Reservados todos los derechos ?2002-2006 EdiJambia & Departamento de Did醕tica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educaci髇. Bulevar Louis Pasteur, s/n. Campus de Teatinos. Universidad de M醠aga. 29071 M醠aga (Espa馻).

  

  

  

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