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hab韆 t鷑eles. No hab韆 jardines. No hab韆
nada. Tampoco se sent韆 esa paz especial que se
cree acompa馻r a quienes fallecen y ni siquiera
se escuchaban esas voces celestiales que pens?lo
trasladar韆n al estado de los muertos. Miguel no
fue a ninguna parte.
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Exento de agon韆s porque sus sentimientos de
pertenencia se hab韆n desvanecido y ya no
extra馻ba a sus padres, ni sent韆 nostalgia por
dejar la vida o miedo por presentir lo que le
suceder韆. |
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Sostenido
en la penumbra, lejos de la Tierra y de la vida,
lleg? sin visiones ni preludios sublimes, a ese
momento. El c醤cer lo trajo. Luego de a駉s de
padecimientos, quimioterapias y dolores
irremediables, la muerte era su 鷑ica esperanza,
aunque no tuvo que esperar demasiado para entender
que no lo era.
Se
sent韆 liviano y enrarecido, con el cuerpo
transparente y deshecho, que revelaba brillos
ef韒eros, mientras iba formando, a trav閟 de su
movimiento, un vaho grasoso que lo persegu韆 con
las huellas de su paso transitorio. Lleg?a
pensar que iba a entrar al t鷑el. Que muy pronto
lo ver韆. Seguro que era eso. Ese instante, sin
caminos ni encierros. As?deb韆 ser. Todo negro.
Menos 閘 y la luz resplandeciente que se
asomar韆, para recordarle que iba a estar
salvado, que encontrar韆 el cielo, con 醤geles
gigantes y la paz eterna ser韆 suficiente para
explicar el origen del hombre. Ya no indagar韆
sobre nada, si los precipicios se extingu韆n.
No
ocurri? Miguel se iba, impulsado por una
corriente triste, a un lugar impensable en las
cabezas de los creyentes que rezaban abajo por
閘. No era el para韘o. Ni tampoco el infierno.
Era quietud y mortificaci髇.
Irritado
por la sospecha, se preguntaba d髇de quedaron
todas las cosas que siempre esper?por ver: la
mano divina que lo llamar韆, su castigo, su
arrepentimiento, su recuento de una vida inmoral y
pecadora, o d髇de estar韆 su descanso, su
esp韗itu libre y sin vestidos. 縏odas esas
historias eran falsas?
―Abuela,
縩o vas a aparecer para guiarme? ―dijo
temblando por escuchar s髄o su voz interna.
En
medio del desespero, alcanz?a llorar. Pidi? perd髇 y rog?por que la incertidumbre
terminara.
Despu閟
se bloque?y dej?de pensar. Sigui?volando
solo, taciturno y arrastrado por el silencio.
Exento de agon韆s porque sus sentimientos de
pertenencia se hab韆n desvanecido y ya no
extra馻ba a sus padres, ni sent韆 nostalgia por
dejar la vida o miedo por presentir lo que le
suceder韆. Estaba claro que no ir韆 a ninguna
parte, que no habr韆 rastro de su existencia y
que, como todos los que hab韆n muerto, ser韆
arrojado lejos de lo que fue, al final de un
universo sin bordes, donde las almas desaparecen.