ali?del escusado y la observ?en silencio mientras se
lavaba las manos y su imagen, reflejada en el gran
espejo, me miraba con expresi髇 burlona.
―ero
縫or qu?te pones as? ―me espet?de pronto.
―s
que no entiendo por qu?tenemos que seguir
sacando este tema! Sabes cu醤to me molesta, lo
nerviosa que me pone... las ganas de estrangularte
que me entran.
―Pero
es bueno para las dos ―me respondi?frunciendo el ce駉
y fingiendo seriedad―. Es bueno airear los trapos
sucios, drenar los posos, limpiar los posibles
quistes, o como quieras llamarlo.
No respond? Aquellas palabras las hab韆 aprendido de
m?porque era yo la que siempre, y en cualquier
circunstancia, le hab韆 asegurado que lo mejor,
para aclarar ideas y despojarte de lo que duele,
es hablar sobre ello, y, a ser posible, con
alguien que te quiera lo suficiente como para no
andarse por las ramas y abrirte los ojos aunque te
haga da駉. Desde fuera se ven mejor las
situaciones y todas sus consecuencias.
Marta volvi?a sonre韗me, pero esta vez con mucha
dulzura.
―Tambi閚
a m?me crispa un poquito todo el asunto,
縮abes? Supongo que a鷑 es pronto y las heridas
est醤 tiernas, pero piensa en esto: ahora no
estar韆mos aqu?las dos, si no hubiera ocurrido
todo aquello.
―Lo
s?―le respond?/span>―, pero no fuiste t?la que
sufri?el enga駉, la que pas?noches en vela,
tratando de averiguar qu?pod韆 haber hecho mal
para merecer tantas mentiras.
Me
miraba las manos mientras hablaba, no soportaba
sus ojos cuando habl醔amos de aquello.
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"Mujeres",
de Alejandro Trujillo. ArTrujillo
Gallery, Minneapolis, USA. |
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―No,
desde luego. Yo fui una de las dos partes que
provocaron aquella situaci髇, la que se li?con
tu marido y te hizo pasar todas aquellas noches en
blanco. Te aseguro que el sentirse culpable de
algo, el saber que parte del da駉 lo has causado
t? tambi閚 es muy duro de asumir.
Nos volvimos a mirar en silencio.
En aquel momento, alguien entr?en
el lavabo. Era una mujer peque馻 y regordeta, que
nos salud?con efusi髇.
―ola,
chicas! Vaya fiestecita, 縠h? ―Parec韆 muy contenta y le
brillaban los ojos a causa de la bebida.
Trastabillando un poco, se meti?en uno de los
escusados mientras nosotras permanec韆mos en
silencio. Al salir nos mir?primero a una y luego
a otra con expresi髇 incr閐ula.
―ero
que caras mas largas! amos, es una noche para
pasarlo bien! mpezamos un nuevo a駉 y hay que
celebrarlo! Adem醩, 縣ab閕s visto la cantidad
de hombres guapos que hay en la sala? Yo espero
llevarme a casa al menos a uno.
Y sin esperar nuestra respuesta,
sali?de nuevo al griter韔 del local.
Marta y yo nos miramos un momento
sin decir nada, y despu閟, como impulsadas por un
resorte, nos echamos a re韗 con ganas. Cuando
logramos contener la risa y enjugarnos las
l醙rimas, me acerqu?a ella y, mientras le
ce耥a la cintura con suavidad atray閚dola hacia
m? le roce el cuello con los labios.
―縌uieres
que nos vayamos a casa? ―le susurr?al o韉o.