N.? 29

ABRIL 2005

3

  

  
  

IMPRESIONES

Almudena Romero S醤chez* 

 

  

S

igue lloviendo. A veces me pregunto cu醤do llegar?el momento en que esos golpecitos constantes dejen de tamborilear sobre el cristal.

Al principio, me entreten韆 escuch醤dolos, pues me suger韆n el eco de un cantar pret閞ito y cierta musicalidad divertida que avivaba mis recuerdos e imaginaci髇; pero ya hace casi un mes de que el repiqueteo dej?de alentarme. Se introdujo en mis o韉os de tal manera que, en el d韆 de hoy, conociendo todas sus posibles partituras, ese son mon髏onamente aburrido ha llegado a hastiarme y despertar en m?el sentimiento de un verdadero tedio hacia las cuatro paredes de mi cuarto.

Me entretengo mirando por la ventana, pero tan s髄o me empapo de v韛idas im醙enes fugaces, como la de un paraguas negro corriendo de una esquina a otra de la plaza. Cuando llego por la tarde, el kiosco ha cerrado, y, como una vieja caja empapada dentro de un charco, palidece al atardecer, solo, arrojado contra un 醨bol. No hay si quiera una 韓fima chispa de vida que oxigene mis pulmones; el paso del oto駉 barri?el rastro de las peque馻s aves y la entrada del invierno se pinta de gris y negro. Montones de hojas h鷐edas se arremolinan y estampan por todas partes.

A veces, elevo mis pensamientos y puedo ver c髆o el sol quema los campos y se derrama al atardecer, col醤dose por entre los huecos y hendiduras de unos montes lejanos. Sue駉 con un rojo anaranjado, un rojo fulgurante, de fragua antigua de amor de lumbre y herrador de clavos largos, de andadores ejes de grandes ruedas, de viejos carros. Me acaricia la piel el fragor de una memoria, de un grito de ni駉s, de la infancia abochornada y un olor a primavera, en la calle o al pasear por la alameda junto al r韔, y, entonces, al volver mis ojos hacia la ventana, desaparece la inspiraci髇 pasajera, dej醤dome frente a la imagen desconsoladora de un estrecho paisaje conocido, de un retrato mudo encuadrado por el cristal rayado de lluvia que se presenta como mi 鷑ica salida al mundo.

Estos d韆s no logro concentrarme demasiado. Los libros, encima de la mesa, parecen desafiar al tiempo mientras yo me limito a pasearlos. Todo huele a extra駉, a momentos eternamente cansados y ajenos, mientras la pintura con la famosa foto del puerto y la ciudad en el fondo contemplan mudanzas a駉 tras a駉.

Recuerdo que a un amigo m韔 no le gustan demasiado ―las ciudades, se entiende―. Se queja del ruido, de la estrechez y el humo, de muchas inconveniencias que, a mi parecer, pueden resultar un tanto exageradas fuera de contexto. Mi amigo es un verdadero nost醠gico de la calle Antonio Machado, y de la cuesta de la Plaza Chica ―la plaza de ladrillo visto y de arcos de herradura― de la verbena de San Antonio y de las charlas en la Casa Paco, 縪 era Pepe? A veces me gustar韆 ser como 閘, satisfecho de s?mismo, seguro de todas sus andanzas, enarbolando banderas de rectitud y firmeza, siempre fiel al empedrado que acun?sus primeros pasos.

Pero yo no soy as? Soy un ave de paso y, sin embargo... De nuevo me veo envuelta en las mara馻s de n韙idos ma馻nas emulando un ayer ya vivido: la misma habitaci髇, la misma ciudad, el mismo billete al coger el tren, deseando volver a casa y sintiendo no haberme ido antes. Y la lluvia, y la soledad conmovedoras charlando con la misma compa馿ra, diciendo lo mismo y fingiendo escuchar, a馻diendo de vez en cuando un ligero movimiento de cabeza, haciendo as?notoria mi conformidad o disconformidad cada no s?cu醤tos segundos como un aut髆ata.

Me gusta el color de la pared, no me imaginaba que la empapelar韆n tras mi llegada. Es azul salpicado con unas florecillas blancas, y, cuando al caer la tarde  enciendo la lamparita junto al escritorio, con su pantalla tambi閚 azulona, es como si me encontrara en el fondo de un estanque atravesado por el brillo de las estrellas. En el cuadro de luz recortado en la pared sobre la cama, antes de quedarme dormida, dibujo sombras con el movimiento de mis manos representando esp韗itus de palomas blancas, o aquel conejo al que todos saben dar vida. Miro fijamente al techo boca arriba con un libro abierto sobre el pecho, y cuento mariposas transparentes, sus g閘idas alas tocando el cristal, atravesando la ventana, siguiendo el claro haz de luz que dibuja una de las farolas de la plaza. Temblorosas bailarinas, melosas almas sibilantes, como ninfas desnudas, susurrando nanas eternas, muy pegadas al o韉o aterido, se delatan como el constante aleteo de la lluvia en la ventana.

Quiz醩 no soportara otro mes m醩 este aspecto fr韔 y h鷐edo como el que presenta el conglomerado de ladrillos en un d韆 como el de hoy... Pero no, ni siquiera con el buen tiempo, en el albor de la primavera, la desaz髇 abandonar?el claustro de mi ser adormilado. No se pueden pedir veranos sumergidos entre las sombras, no se puede levantar una persiana sin que la luz intensa descubra cruelmente los rincones que ocultaban el misterio de diciembre, de las pasadas Navidades, del fr韔 de enero, que no es m醩 que el mismo misterio de junio o agosto con papeles por el suelo o un almanaque pasado de fecha. Es in鷗il enga馻rse, pensar que pueda cambiar una actitud si la nostalgia habita muy adentro. Y, entonces, pensar de nuevo, al atravesar el callej髇 o de pie rodeada de palomas en medio de la plaza soleada con un helado en la mano, bajo la mirada atenta, pero remota, de aquel gran obelisco rememorando d韆s de gloria en la memoria de los hombres o poca fortuna para los que no pudieron volver.

No. Aun cuando el sol y la brisa vuelvan a deslizarse por las pulidas paredes de los edificios, la lluvia no cejar?en su infatigable castigo a la memoria, entre espejismos temblorosos vibrando a las cinco de la tarde. Ara馻ndo las pupilas, brillos de metal y opacidad absoluta hendida en el coraz髇 de piedra, se mezclar醤 entre olores y ruido, mas no podr?marcharme: cuando llegue el invierno, se confundir醤 como siempre el fr韔 intenso y el marr髇 invadiendo las calles, y yo estar?otra vez frente a frente, ante la postal acartonada del marco de la ventana, salpicada de a馿jos recuerdos.

Hoy he vuelto a leer las cartas que me mand?Cristina. He vuelto a acumular sobre la mesa todos los recortes de peri骴icos, de revistas, con las fotograf韆s de esos actores y actrices que me gustan tanto, mezcl醤dolas con los ojos chispeantes de alguien que no conozco, el recorte de un anuncio de pasta dent韋rica. Me resulta relajante sacarlos de vez en cuando. All? desordenados, a駉s, lugares y gente de todas partes, se encuentran en un momento, un eclipse instant醤eo. Voy tejiendo as?las horas con mi puzle bajo la sombra de las l醙rimas que recorren el cristal. Y por un momento me siento como Ariadna ilusionada, el laberinto en la mente, sin saber que, tras la huida, me ver?abandonada en la misma isla de lagunas azules y florecillas blancas.

Estos d韆s tan s髄o me atrae el pensar que, quiz醩, en la posible viveza de este lugar sitiado, acabar? despertando, como un ser vivo, un coraz髇 potente. Se me antoja latiendo en todas partes, dentro de la absurda esperanza que se levanta en los sue駉s de los inocentes.

Inmenso palpitador de historias, mi coraz髇 llenar?ecos de silencio con el preg髇 de otros tantos que, como yo, se asoman hoy a ventanas y claraboyas bajo la lluvia. Bagdad quedar?en la mesita de noche, y Roma... Y esta golondrina que perdi?el rumbo escuchar? atentamente el susurro inquietante de un nuevo cuento. Ser醤 mis ciudades, mis palacios m醙icos, viejos muros cuentacuentos y mi peque馻 habitaci髇 templada. Me llamar醤 narradores de la historia de un pasado a dibujar sobre un papel las sugerentes l韓eas de una palabra inspirada en la plaza o el quiosco desnudo, a respirar el encuentro de d韆s fugaces, de dulces besos sobre mejillas sonrosadas, de abrazos tiernos en miradas compartidas. Me gritar醤 al aire en la acuarela perpetua de mi triste paisaje,  la siempre ―para los ingenuos― nueva historia de viejos cuentos, de cuentos presentes en la memoria centenaria del ser humano.

  

  

  

  

_______________

* Almudena Romero S醤chez (M醠aga, 1982) estudia 3.?de Magisterio, especialidad de Maestro en Lengua Extranjera (Ingl閟), en la Facultad de Ciencias de la Educaci髇 de la Universidad de M醠aga. Curso acad閙ico 2004-05.

  

GIBRALFARO. Revista de Creaci髇 Literaria y Humanidades. A駉 IV. N鷐ero 29. Abril 2005. Director: Jos? Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright ?2005 Almudena Romero S醤chez. Reservados todos los derechos ?2002-2005 EdiJambia & Departamento de Did醕tica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educaci髇. Bulevar Louis Pasteur, s/n. Campus de Teatinos. Universidad de M醠aga. 29071 M醠aga (Espa馻).

  

  

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