e
vuelto a salir a la calle y como entonces, antes
de que te marcharas, he sacado la silla de anea
y me he sentado frente a la plaza, hac韆 sol.
Sab韆
que no volver韆s, lo supe cuando te vi calzarte
esas pesadas botas de militar, cuando me
contemplaste inerme, distante, lejano como un
recuerdo. Tu mirada se me antoj?extra馻, no
te reconoc?tras ella y comprend?que te
hab韆 perdido para siempre, que ya no eras el
mismo.
Hoy,
un a駉 despu閟 de tu marcha, he vuelto a coger
las agujas. Estoy teji閚dote un jersey, en 閘
prender?la medalla que, a t韙ulo p髎tumo, te
dieron. Lo hago porque no s?en d髇de ponerla.
Tu padre dice que desvar韔, que no coordino,
pero mis dedos siguen moviendo las agujas con
exactitud: una del derecho y dos del rev閟.
Tejer, a veces,
es como vivir, se hace por inercia. Las
cosas siguen igual, tu muerte no ha cambiado
nada, como tampoco cambiaron nada las dem醩.
Las guerras, ya te lo dije, s髄o sirven para
matar, da igual quien sea el que muera, da
igual.
He
de limpiar la maleza, pintar la puerta, volver a
recorrer las calles, dejar de recordarte, he de
hacer demasiadas cosas, pero antes debo acabar
tu jersey, ya te dije; no s?qu?hacer con
este espantoso trozo de metal.