amin?cabizbajo durante toda la ma馻na. Daba vueltas de
un lado para el otro del patio. Se deten韆 ante
cualquier m韓imo est韒ulo, lo miraba con los
ojos entrecerrados, alejaba su vista y volv韆 a
mirarlo. Luego, hac韆 como si no lo estuviera
mirando, pero ?que lo estaba haciendo!
Hubo un instante en que se detuvo peligrosamente ante una
superhormiga. Nunca hab韆 visto una tan grande.
Fue tan may鷖cula su sorpresa que casi se le
desencaja la boca de tanto que la abri?al
exclamar:
?/span>o, qu?grande es!
La cogi?y la meti?dentro de una cajita que su hermana
le hab韆 regalado por su cumplea駉s. a
ten韆 100! Todo lo que deseaba era encontrar
cuantas m醩 mejor. Sab韆 que ellas eran su
鷑ica salvaci髇. Eran el barco que tanto
necesitaba dentro de ese gran naufragio que era
su vida.
Era ya demasiado el tiempo que llevaba a punto de
explotar, estaba rabioso, no pod韆 soportarlo
m醩; como se suele decir, estaba como agua para
chocolate.
Durante toda la semana estuvo bastante contento, com韆
deprisa para poder estar el mayor tiempo posible
en el patio en busca de sus queridas amigas, las
hormigas. En un acto de desesperaci髇 por
conseguir el mayor n鷐ero posible de ellas,
pidi?ayuda a su amigo, pero 閟te consider? su idea una locura.
?/span>a!, 縰na locura? 縋ero t?eres tonto o qu? Somos
locos, por eso estamos aqu? Es que a veces no
piensas, 縠h?. Adem醩, ni yo, ni t? ni nadie
de los que estamos aqu?somos m醩 locos que
los que est醤 fuera. Si oy閞amos los
pensamientos de la gente, pocos se escapar韆n
de estar encerrados.
?/span>No pienso aguantar tus sermones de loco que se hace pasar
por cuerdo.
?/span>No me hago pasar por ning鷑 cuerdo, que me maten si lo
hago. Lo que quiero decirte es que vosotros no
ten閕s ning鷑 af醤 de superaci髇. 縋es醝s
estar metidos aqu?siempre? Pues yo no; pienso
salir y crear una familia como Dios manda, con
mujer e hijos y todo eso. De hecho... a mujer
ya la tengo buscada...!
?/span>? ya!, t?y tus paranoias. Otra vez so馻ndo con
esa est鷓ida estatua. 縉o te das cuenta de que
es de locos enamorarse de una estatua?
?/span>緼hora qui閚 es el que se hace pasar por cuerdo?
?/span>No me l韊s, no me l韊s... Sabes de sobra que es una
tremenda estupidez estar enamorado de una
estatua. S?un poco decente y asume la
realidad.
?/span>縌u?significa ser decente para ti? 縉egar lo que se
quiere de verdad? Pues vale, no soy decente, soy
ndecente!, y adem醩 estoy oco!. Te doy
toda la raz髇; culpable de todas las
acusaciones, se駉r韆.
?/span> De verdad que est醩 para que te encierren...
?/span> 縔 no lo estoy ya? a, ja, ja!
?/span> e pones de los nervios!
?/span> Bueno, 縬uieres ayudarme a capturar hormigas, s?o no?
?/span>ale! Te ayudare, pero s髄o porque no tengo otra cosa
mejor que hacer, aunque sigo sin entender para
qu?las quieres.
?/span> so ya lo ver醩!
?/span> Miedo me das.
Era un plan maravilloso. Hasta 閘 mismo se sorprendi? de haberlo ideado sin ayuda de nadie.
ealmente era un gran plan! Lo 鷑ico que
ten韆 que hacer era esparcir todas aquellas
hormigas que tan cuidadosamente hab韆 ido
capturando a lo largo de las 鷏timas semanas
dentro de la bata que la enfermera se pon韆
cada ma馻na. De esta forma, el griter韔 que
iba a formarse distraer韆 la atenci髇 de todos
y podr韆 escapar. Lo 鷑ico que hab韆 que
hacer era esperar el momento adecuado...
Su mirada, que cuan dalt髇ico hab韆 sido siempre
confusa, se volvi?clara y luminosa. Estaba
dispuesto a comerse aquella ciudad, u
ciudad!, aquella que 閘 sent韆 como propia,
aunque nunca le hab韆 pertenecido. Era nueva
para 閘, como lo pudiera haber sido cualquier
otra, pero significaba su libertad, la libertad
con la que 閘 mismo hab韆 so馻do tantas
veces. De la misma forma en que el invierno
entr?duramente en su cuerpo al ingresar en esa
odiosa instituci髇, al salir de ella, resurgi? de lo m醩 profundo de su alma una primavera
rebosante de alegr韆 que llen?todo su cuerpo.
No pod韆 m醩, no pod韆 aguantar por m醩 tiempo el no
verla. La imagen de aquella estatua le
persegu韆 incansablemente como ca駉nazos
dentro de su cerebro. Pero, claro, necesitaba
algo, 縱erdad? No pod韆 presentarse delante de
ella con las manos vac韆s... En las pel韈ulas,
todos los chicos llevan siempre alg鷑 regalo
(por peque駉 que sea) a su chica, y 閘
pensaba:
?/span>Yo no voy a ser menos. Pero... este coraz髇 pintado en
un papel que hice en clase de dibujo... pues...
tal vez sea poco, 縩o? Aunque me dijeron que
estaba muy bien conseguido... ues que se
conforme! No, no. No puedo ser as?.., la tengo
que enamorar, y as?no se enamora a una chica.
y!, pero yo no tengo la culpa de no saber
nada de estas cosas, 縠h? Lo poco que s?lo
s?porque... porque... ues porque soy muy
listo! ala! Bueno... vale... lo confieso. e
he tragado todas las pel韈ulas cursis que nos
pon韆n. Pero... 縴 qu? No s?qu?hacer...
a lo tengo!
Trataba de pasar desapercibido por aquel gran centro
comercial, pero era imposible hacerlo. Estaba
tan asombrado de la grandilocuencia del
edificio, que sus gestos simulaban en todo
momento a los de un ni駉 asombrado de percibir
tantas cosas en tan poco tiempo. Pero ya hab韆
conseguido lo que quer韆. Ya ten韆 en su poder
el anillo que le regalar韆 a su estatua
preferida. Le cost?conseguirlo, pero ya lo
ten韆, ra el regalo perfecto!
Caminaba diligentemente por la calle al encuentro de su
amada. Ya se la divisaba desde lejos. No pod韆
creerlo, a estaba viendo! Los latidos de su
coraz髇 se tornaron poderosos. Despu閟 de
tanto tiempo, volv韆 a verla. Fue su sue駉
hecho realidad.
Ahora ya s髄o faltaba que su cuerpo siguiera los deseos
de su mente, porque, sin saber el motivo, se
qued?petrificado ante ella, en un gesto que a
閘 le dio hasta risa, ya que intentaba
impasiblemente colocarle el anillo.
Quiz醩 su cuerpo actu?de la mejor forma imaginada,
procurando parecerse lo m醩 posible a la
estatua. No sab韆 lo que le estaba ocurriendo,
pero cada vez sent韆 c髆o su cuerpo se hac韆
m醩 y m醩 duro. Por el contrario su coraz髇
cada vez se hac韆 m醩 blando. Tanto que se
volvi?polvo. Polvo de estrellas, fundi閚dose
con el de la estatua; y lloraron de alegr韆 por
estar juntos; pero lloraron en seco, que dicen
que duele m醩.
Todos le tacharon del m醩 loco del manicomio cuando
coment?su pasi髇 por aquella maravillosa
estatua; sin embargo, ese rechazo de los dem醩
le hizo ser m醩 fuerte, y, en su locura, pudo
encontrar la libertad y la seguridad que da el
que no te entiendan, ya que el que lo hagan,
hace que te esclavices en cierto modo.
Se encontraba muy raro, pero se sent韆 bien; no pod韆
moverse, pero estaba junto a su amada. La gente
que pasaba por la calle pudo ver c髆o millones
de centelleantes r醘agas iluminaban el cuerpo
de estas dos estatuas que cada vez se fueron
haciendo m醩 compactas de aspecto (quiz?como
ir髇ica met醘ora de la fragilidad de sus
almas), hasta convertirse en una dura escultura
de m醨mol que juntas luc韆n resplandecientes.
Y as?fue, y sigue siendo hasta hoy, que los
dos siguen luciendo espl閚didos en el centro de
la ciudad para disfrute de todos los ciudadanos
y goce de ellos mismos.
Mientras, los dem醩 no paran de hacerse preguntas
l骻icas sobre lo que pudo haber sucedido
aquella calurosa tarde de verano, sin saber que
la realidad que vivieron era la pura fantas韆
de un loco de amor.
FIN