lego a
la tienda tras una larga jornada en la que todo
se confabula para suceder en contra de lo que
hab韆 planeado. Cre?que mi trabajo de b鷖queda
arqueol骻ica iba a darme m醩
beneficios.
A diferencia de otros mortales que
piensan y creen que las piedras son mudas, los
hombres no dejamos de leer en ellas el
pasado misterioso que se
despliega.
ero esta expedici髇...! Ning鷑
hallazgo ilumina mis ojos. Mi cuaderno se
encuentra en blanco... 緾髆o llegar?a
sobrevivir si no descubro una; tan s髄o una
muestra de vestigio egipcio? Ma馻na vence el
plazo que me otorg?Mister
Chirc (responsable de asuntos egipcios en
el British Museum) y tengo que entregar alg鷑
hallazgo... De lo contrario, adi髎 a la
expedici髇 y al futuro de inmersi髇 del
pasado.
Ma馻na... an cerca y tan
amplia!
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La piedra de Rosetta
Losa de basalto negro, de 75 cm de ancho
por 95 de alto, descubierta por las tropas de
Napole髇 en 1799 cerca de
Rosetta. |
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Decido no abatir la esperanza; s?
con s髄o una muestra, mi futuro se ver?
cambiado.
Comienza el d韆... s? el 鷏timo,
en el que, a final de la tarde, he de presentar
a Mister Chirc los hallazgos que ser醤 la llave
de la traves韆 al valle del Nilo donde las
momias junto a Osiris
descansan.
Mi expedici髇 ha sido numerosa (en
cuanto a la cantidad de obreros que en ella
trabajan). 縏al vez por ser la menos productiva?
Pues hemos de luchar con los mitos y leyendas de
los que abren el desierto para perturbar las
almas.
Amaneci? Me dispongo a trabajar
con m醩 ansias. Siento, mientras desayuno, un
malestar en la boca del estomago... 縉ervios?
縏emor? Pero alejo los pensamientos y
simplemente me encamino a la
excavaci髇.
Ya ha sido cubierta toda la
hect醨ea, s髄o resta una d閏ima por excavar, y
all?me dirijo con pico y pala. El sol del
equinoccio llega al cenit y, justo a las doce,
mi pico roza un tabl髇 de arenisca roja. Quedo
perplejo.
椏Qu?sucede? 梡regunta el capataz
de la cuadrilla.
桸o s? creo que me he topado con
algo...
椏S?
桬s una laja de arenisca... iene
inscripciones! uidado!... y鷇ame a
limpiarla!
Inmediatamente tomo el cepillo con
hebras de pincel y comienzo a limpiar esta laja
naranja y descubro ante m?jerogl韋icos que se
asoman, que nacen a la vida nuevamente... o
puedo dar cr閐ito a lo que ven mis
ojos!
El capataz me devuelve a la
realidad y me advierte que Mister Chirc est?en
la tienda de campa馻 leyendo el cuaderno (ese
que no tiene ninguna inscripci髇 de
descubrimiento impreso).
Comienzo a re韗 a carcajadas y con
ello llamo su atenci髇 y le obligo a
acercarse.
Llega a mi lado justo en el
instante en que termino de limpiar el 鷏timo
signo, cuando descubro que esa piedra tiene el
lenguaje y misterio de la humanidad
completa.
Pasados ya los a駉s, me transformo
en el experto egipt髄ogo del British Museum
gracias a mi 鷑ico descubrimiento, esa piedra
muda, la de Rosetta, que permiti?que los
hombres no enmudezcan, aunque las arenas
entierren pasado y esperanzas.
En
mi cuaderno de campa馻, aquel d韆 y como 鷑ica
anotaci髇, cite: 揕as
piedras son mudas, los hombres no pueden dejar
de leer en ellas la historia que
narran?