an cuidado cada detalle y sue馻n con el momento en el
que puedan ver, despu閟 de
nueve meses, su carita. 縎e
parecer?a pap?o a mam?
緿e qu?color ser?su
cabello? R韊n cada uno de sus
gestos y la alegr韆 les
desborda cuando empieza a hablar
o caminar. Sin embargo, un d韆
esas palabras dejan de producir
el mismo efecto y comienza la
preocupaci髇 y la inquietud.
Algo ha pasado y el peque駉 rey
de la casa se ha convertido en
el peor de los tiranos y tiene
completamente sometidos a sus
padres.
Los ni駉s tiranos, j髒enes y adolescentes que maltratan
psicol骻ica o incluso
f韘icamente a sus padres, son
un fen髆eno en aumento y cada
vez es m醩 frecuente encontrar
noticias sobre hijos que tienen
incluso amenazadas a sus
familias.
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Los ni駉s tiranos, j髒enes y adolescentes que maltratan
psicol骻ica o incluso
f韘icamente a sus padres, son
un fen髆eno en aumento y cada
vez es m醩 frecuente encontrar
noticias sobre hijos que tienen
incluso amenazadas a sus
familias. |
緾u醠 es el origen?
Los progenitores se preguntan qu?ha pasado, qu?han
hecho mal, si ellos s髄o han
querido darles siempre lo mejor.
Parad骿icamente, este deseo
exagerado es se馻lado por los
especialistas como uno de los
desencadenantes de esta an髆ala
conducta por parte del menor.
獿a permisividad, el poco
tiempo que se pasa con los
hijos, la abundancia de bienes
materiales, la educaci髇 en
derechos m醩 que en deberes y
en responsabilidades, y la
complacencia constante que los
hace incapaces de tolerar la
frustraci髇 son algunos de los
motivos que explican ese
comportamiento? explica la
psic髄oga Bego馻 Garc韆.
No es lo mismo un ni駉 慶aprichoso?que un ni駉 憈irano?
Las se馻les m醩 indicativas
son la exigencia exagerada y la
poca tolerancia a la
frustraci髇. 玅uieren algo y
lo quieren ya? advierte la
pedagoga Raquel Amaya Mart韓ez.
No est醤 dispuestos a dialogar,
s髄o quieren que se les
escuche. Son ni駉s a los que
nunca se les ha dicho 憂o?
o no se ha hecho de forma clara.
Est醤 acostumbrados a no tener
fronteras. 玈on j髒enes que
tienden a una conducta
egoc閚trica, que no ego韘ta.
Todo gira alrededor de uno
mismo? contin鷄 Amaya, que
se馻la como caracter韘tica de
este tipo de ni駉s su poca
tendencia a la empat韆 y al
respeto por los dem醩.
Hasta el m韓imo capricho
Es b醩ico no darle todos los caprichos al ni駉.
獶esgraciadamente, estamos en
una 閜oca en la que no se
inculcan los valores para
entender que la recompensa se
consigue mediante el esfuerzo
personal. No tienen de qu? rebelarse, consideran que tienen
derecho a todo? advierte el
profesor de Evaluaci髇
Educativa de la Universidad de
M醠aga, Juan Jos?Monedero.
Esto hace que, cuando ya es
demasiado tarde, surjan
enfrentamientos y tensiones con
los padres cuando 閟tos ya no
satisfacen las demandas de sus
hijos.
En algunos casos, la violencia f韘ica y verbal llega a
extremos insoportables. 玊anto
el ni駉 que arremete contra
otro como la v韈tima de las
agresiones poseen una baja
autoestima o, lo que es lo
mismo, una autoestima negativa.
El agresor lleva a cabo la
conducta violenta como
fortalecimiento de su identidad
y el agredido, inseguro de s? mismo, no posee los recursos
suficientes para defenderse de
las agresiones? apunta Bego馻
Garc韆.
Generalmente, el perfil se ajusta al de ni駉s con edades
comprendidas entre los 12 y los
16 a駉s, aunque en la
actualidad aparecen con apenas 7
u 8 a駉s. Y casi siempre,
varones. Estos peque駉s
d閟potas dan 髍denes a sus
padres, organizan la vida
familiar y chantajean a todo
aquel que pretende frenarlos.
Todos los especialistas coinciden en se馻lar la
educaci髇 como el principal
medio de prevenci髇 de este
tipo de conductas. Los l韒ites
deben establecerse desde que son
beb閟. Eso s? no vale el
simplemente 玴orque soy tu
padre y as?lo mando? Las
reglas deben ser razonadas,
dialogadas y, sobre todo, fijas.
Si en un momento determinado la
madre dice 憂o? pero a los
cinco minutos el padre claudica,
el peque駉 pensar?que puede
hacer lo que quiera.
El establecimiento de l韒ites y normas es fundamental
para el correcto desarrollo del
ni駉. 獷stablecer lo que se
puede hacer y lo que est? permitido es necesario para dar
seguridad al menor. Como est醤
acostumbrados a conseguir todo
lo que quieren, los ni駉s
terminan por no soportar la
frustraci髇. Pero la
frustraci髇 es fundamental para
la educaci髇? explica Bego馻
Garc韆. Hay que hablar con los
ni駉s sobre las normas que
rigen en un determinado espacio.
En ocasiones, se da por supuesto
que el ni駉 debe saber c髆o
comportarse y no es as? Las
reglas deben ser habladas y
consensuadas, razonadas de forma
coherente para que las dos
partes sepan a qu?pueden
atenerse en el que caso de que
no se cumplan.
Hay que explicar claramente cu醠es son los resultados
negativos de determinadas
conductas. Y es necesario que se
cumplan las consecuencias
acordadas para que el ni駉 no
se acostumbre a que todo lo que
haga puede pasar.
La palabra 慶astigo?empieza a desterrarse del
vocabulario. Sin embargo, no hay
que llegar a los extremos de
algunos padres, que temen que
sus hijos se traumaticen porque
se les rega馿. Garc韆 califica
a este tipo de progenitores como
玴adres inmaduros? ya que
玥oy d韆, los hijos son
esperados y deseados y s髄o se
busca su sonrisa y no los
problemas que puedan
ocasionar? Con tal de evitar
conflictos y enfrentamientos,
acaban negoci醤dolo todo, y
tambi閚 consinti閚dolo todo.
玃ara educar, hay que saber
decir 憂o捇, afirma
rotundamente la psic髄oga.
Al principio es normal
El af醤 de llamar la atenci髇 y de poner a prueba los
l韒ites es bastante natural en
los ni駉s de cuatro a ocho
a駉s. El problema aparece
cuando se convierte en una
actitud permanente y sin frenos.
Se les ha rodeado siempre de
atenciones excesivas, con pocas
normas y no se les ha ense馻do
a respetar horarios ni normas.
El ni駉 llama la atenci髇,
pero los adultos tienen que
regular esta actitud para que
cada vez sean m醩
independientes.
Hay que mostrar al menor, desde edades tempranas, que no
puede hacer todo lo que quiere,
que la madre o el padre no
est醤 para servile en todo lo
que desee. Una buena forma de
ense馻rle a ser responsable es
mediante un juego de 憇i?y
慹ntonces? Se trata de
proponer al ni駉 que colabore
con peque馻s tareas de la casa,
siempre adecuadas a su edad. Una
vez realizadas dichas
actividades, el ni駉 obtendr? una peque馻 recompensa. De este
modo, aprende a ser responsable
y a apreciar el valor del
trabajo.
A veces, las conductas agresivos de los ni駉s son
consecuencia del ambiente
observado en el hogar. En
ocasiones, el peque駉 ha visto
c髆o su padre maltrataba a su
madre verbal, emocional o
f韘icamente y el menor aprende
por imitaci髇. No en vano,
閟te es un comportamiento que
se da en todo tipo de hogares y
no solamente en los
problem醫icos.
Cuanto m醩 tarde, peor
Ante esta situaci髇, Bego馻 Garc韆 recomienda, ante
todo, abrir los ojos. 獵uanto
m醩 tiempo se arrastre una
situaci髇, el remedio ser? m醩 lento? advierte. Lo mejor
es pedir ayuda, acudir a un
psic髄ogo infantil para
corregir el comportamiento del
ni駉. Pero tambi閚 los padres
deben participar en sesiones
orientativas sobre c髆o educar
y actuar en casa con su hijo.
Si la situaci髇 llega a extremos de violencia, no hay
que disculpar o tratar de
proteger al menor, ya que
ocultar su comportamiento no le
ayudar?en nada. Normalmente,
estos casos se producen en
hogares en los que el menor vive
solo con su madre, aunque no es
algo exclusivo de este tipo de
familias. El n鷐ero de
denuncias de padres a hijos
aumenta cada a駉, a pesar de
ser uno de los pasos m醩 duros
para los progenitores.
玁o poner fronteras pasa factura? lamenta Juan Jos? Monedero. La irresponsabilidad,
la exigencia, el creer que se
tiene derecho a todo...
Sobreproteger al ni駉 y estar
todo el d韆 pendiente de 閘,
puede ser tan negativo como el
desarraigo y la falta de
cari駉. Cualquier extremo es
malo? se馻la Monedero. Por
ello, hay que buscar siempre el
equilibrio. 玁o se quiere menos
a un ni駉 porque nos mostremos
firmes con 閘? advierte.
玃ero tambi閚 hay que ponerse
en el lugar del adolescente, no
exigirle nunca m醩 de lo que
nos hubiera gustado que nos
exigieran a nosotros mismos con
su edad? concluye.