a celebración del centenario del
nacimiento de Pablo Neruda, que con más de 600
actividades en 65 países se ha transformado en la
mayor fiesta cultural realizada desde que Chile
recuperó la democracia, volvió a situar al poeta,
con plenos poderes, como la cumbre literaria de
una tierra fecunda en letras.
El presidente Ricardo Lagos
recordará hoy a Neruda, nacido hace exactamente un
siglo como Neftalí Reyes, primero en su natal
Parral, cuna también de Violeta Parra, una ciudad
situada 300 kilómetros al sur de la capital, que
conoció después porque su infancia la pasó en la
más austral Temuco, y cerrará los festejos con una
gala en Santiago.
Admirador de Neruda, Lagos, en su
intimidad, ha recitado de memoria el Canto a
Bolívar, que aprendió siendo joven, imitando la
voz nasal del poeta, con los famosos
versos:
Yo conocí a
Bolívar
una mañana larga
en Madrid,
en la boca del Quinto
Regimiento.
Padre, le dije,
¿eres o no eres o quién
eres?
Y mirando al Cuartel de la
Montaña
dijo: Despierto cada cien
años
cuando despierta el
pueblo.
Los mismos versos citó en un
discurso en la dictadura, en la parroquia
universitaria, donde se reunían opositores,
emocionando a quienes
escucharon.
«Neruda ha explotado como un
volcán», resume el presidente de la comisión
encargada de la celebración del centenario, Javier
Luis Egaña. El intento de la dictadura (1973-1990)
de marginarlo y levantar, como si hubiese sido
contraria a él, a la poetisa chilena Gabriela
Mistral, también premio Nobel de Literatura, quedó
sepultado en el pasado y hasta la derecha e
intelectuales conservadores se han adherido ahora
a los festejos de quien fue senador y candidato
presidencial del Partido Comunista. «Después de 17
años de marginación hemos recuperado a este
chileno grande, con todas sus dimensiones,
multifacético», agrega Egaña.
Eventos de todo
tipo
Variadas expresiones han mostrado en
estos días al autor de los versos de España en el
corazón y uno de los creadores que más ha logrado
acercar la poesía a personas de todas las clases
sociales. Instalaciones, obras de teatro, cuadros
inspirados en sus poemas de amor, música,
fotografías de su funeral, de la nostalgia por su
ausencia, exposiciones y libros inundan hoy salas,
museos y librerías, mientras que en los mercados y
ferias se venden pergaminos, agendas y libretas
grabadas con versos suyos.
Sus tres casas, en Santiago (la
“Chascona”, llamada así en homenaje a la frondosa
cabellera de su última esposa, Matilde Urrutia);
Valparaíso (la “Sebastiana”, bautizada así por el
nombre de su constructor, el español Sebastián
Collado), y la más conocida, en el balneario de
Isla Negra (donde están sepultados Neruda y
Matilde), todas convertidas en museos, abrieron
sus puertas sin cobrar a los visitantes. El
epicentro quedó en Santiago, en la estación
Mapocho, donde se presentan más de cien artistas,
incluyendo ballet, teatro, música, recitales de
poesía, documentales,
exposiciones.
Las celebraciones de la nerudomanía,
que proseguirán toda esta semana y después, en
septiembre, han llegado al plano culinario: 33
restaurantes ofrecerán menús nerudianos, con
platos inspirados en las odas del
poeta.
Hasta unas espiritistas intentarán
convocarlo. Sus admiradores escriben en la
“Sebastiana” un récord Guinness: el poema más
largo del mundo. En Villa Alemana, una ciudad
cercana, pondrán un gran tintero con una pluma en
una plaza. Cien municipios lo recuerdan con
programas propios.
Chile ha recuperado a su
poeta
La recuperación de Neruda ha sido
plena. Aunque de la vida de pocos chilenos se
conocen tantos detalles, y muchos de los que lo
frecuentaron han tratado de dejar su testimonio, a
diario se iluminan nuevos aspectos biográficos,
desconocidos, como perlas de un collar
infinito.
El escritor José Miguel Varas, uno
de sus amigos, que en 1952, en representación de
la antifascista Alianza de Intelectuales, hizo el
discurso de recepción al poeta cuando éste regresó
al país después de haber sido perseguido por el
Gobierno chileno de Gabriel González Videla, que,
tras ser elegido con apoyo de los comunistas, se
adhirió al macarthismo de esos años de guerra fría
y los puso en la ilegalidad, escribió en 2003
Neruda clandestino, reviviendo el periodo
en el que permaneció oculto. En su investigación,
Varas detectó 13 domicilios donde Neruda estuvo
escondido. Hace unos días dio a conocer en un
artículo en la colección Nosotros, los
Chilenos que había encontrado el decimocuarto
domicilio donde el poeta estuvo oculto: una casa
en un cerro de Valparaíso. «Podría escribir unas
50 páginas más con todo lo nuevo de lo que me he
enterado del pasado de Neruda. Hasta me siento un
poco acosado por él...»,
confiesa.
Neruda, poeta
universal
Al “chileno más universal”, como
tituló un libro, lo recuerdan en todos los
continentes. Cien personalidades en 65 países
recibirán medallas presidenciales de homenaje, se
han bautizado calles y plazas en muchas latitudes,
emitido estampillas y realizado actos. De todas
las actividades, según Egaña, «de lejos, lo más
grande, ha sido el concierto en Barcelona», en el
que participaron Víctor Manuel, Joan Manuel
Serrat, Ana Belén, Miguel Bosé y Joaquín Sabina,
entre otros, y que será retransmitido en 15
países, llegando a millones de personas. Pero en
Chile, cuando lo emitió un canal de televisión,
sólo logró ocho puntos de audiencia: las
interpretaciones de los versos de Neruda fueron
derrotadas por un programa chabacano de un antiguo
pinochetista en otra estación. Un animador de
televisión lo atribuyó a que hay una generación,
los hijos del régimen militar, que conocen muy
poco al poeta, cuyas obras, especialmente la
poesía más militante, sólo circulaba clandestina
en la dictadura. Otros sostienen que hay
‘saturación’ con Neruda.
Mansilla, una evocación del
poeta
Han emergido en estos días los
rostros de algunos de los que se atrevieron a
desafiar a la dictadura y fueron al funeral de
Neruda, el primer acto masivo contra Pinochet, a
pocos días del golpe del 11 de septiembre de 1973.
Una de estas personas, el periodista Luis Alberto
Mansilla, amigo del poeta, recuerda el día como
especialmente frío y el cementerio rodeado de
soldados, «mientras todos cantábamos ‘La
Internacional’ en ese funeral
heroico».
Mansilla estuvo por última vez con
Neruda en Isla Negra el 30 de agosto de 1973, poco
antes de su muerte. «Matilde tenía restringidas
las visitas y estaba solitario en esos últimos
días. Lo habían bajado a la biblioteca para
conversar. Tenía conciencia de que su muerte se
aproximaba, pero no de que era perentoria, y el
peligro del golpe en Chile le producía espanto, se
acordaba de Franco en España»,
rememora.
Hoy, con su aniversario, ha
renacido, vigoroso y fresco, como escribió en 1949
en su Canto general:
Yo no voy a morirme. Salgo
ahora,
en este día lleno de
volcanes,
hacia la multitud, hacia la
vida.
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Fuente documental: EL PAÍS, edición del lunes 12 de
julio de 2004.
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