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significado de esta frase es conocido de todos y
se utiliza bastante en la lengua coloquial. Lo
que, quiz? puede resultar desconocido para
muchos de quienes la emplean es su origen, el
hecho hist髍ico que la justifica.
En
cuanto a la palabra primo, el Diccionario
de la Lengua Espa駉la admite, como uno de sus
significados, el de 玴ersona incauta que se deja
enga馻r o explotar f醕ilmente? M醩
adelante, y en la misma entrada, interpreta las
diferentes frases en que aparece el t閞mino, y
as?tenemos los significados 玠ejarse enga馻r
f醕ilmente?para caer de primo y
玡nga馻r f醕ilmente?para coger de primo,
las dos, al igual que la que nos ocupa, de uso
coloquial.
Las
obras consultadas coinciden en afirmar que el
empleo de estas expresiones con tales significados
se halla en el uso protocolario de la palabra
玴rimo?por parte de la Casa Real espa駉la
durante el siglo XVIII, que utilizaba el t閞mino
como f髍mula de tratamiento entre los grandes de
Espa馻, tanto en cartas privadas como en
documentos oficiales.
Coincidiendo
con la explicaci髇 m醩 generalizada, podemos
ubicar cronol骻icamente su origen a comienzos de
siglo XIX, en los albores de la Guerra de la
Independencia, concretamente en las cartas que
dirigi?el mariscal franc閟 Murat al infante don
Antonio y al Consejo de Regencia que presid韆 el
anteriormente mencionado, cartas que encabezaba
con las tradicionales f髍mulas de tratamiento
cortesano, como veremos luego, a la hora de
exponer el marco hist髍ico en que se formularon.
Este uso no plantear韆 problema alguno si no
fuese por el matiz peyorativo con que lo empleamos
actualmente en nuestras conversaciones informales,
cuyo sentido acabamos de exponer m醩 arriba.
Hasta
aqu?la explicaci髇 del fen髆eno lingstico.
Pero 縬u?contexto sociopol韙ico concreto
perge耋 el dicho? 縌u?hechos fueron testigos
hist髍icos del nacimiento de una expresi髇 as?
Hagamos un poco de memoria hist髍ica.
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Napole髇
Bonaparte (1769- 1821). Se hizo coronar
emperador de Francia (2 de diciembre de
1804) en la catedral de Notre Dame de
Par韘 por el papa P韔 VII, aunque 閘
mismo se puso la corona. Cuadro de G鑢ad. |
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Obsesionado
por la idea de la unificaci髇 de Europa bajo el
predominio de Francia, Napole髇 emprende, a
partir de 1804, la conquista del continente por la
fuerza de las armas. A pesar de algunos
descalabros iniciales con la armada inglesa,
sucesivas victorias sobre austriacos, prusianos y
rusos desmembraron el Imperio Romano-Germ醤ico y
sembraron Europa de Estados sat閘ites de Francia,
culminando el proceso dominador con el Tratado de
Tilsit (julio de 1807), que pone en sus manos el
dominio de Europa. Su alianza con Espa馻 le
garantizaba el frente sur, de manera que s髄o
Inglaterra (y Portugal, su aliado) constitu韆 un
serio obst醕ulo a sus prop髎itos hegem髇icos.
En medio
de las dif韈iles circunstancias por que atraviesa
Europa, la Corte de Carlos IV de Espa馻 era un
semillero de intrigas y ofrec韆 un espect醕ulo
bochornoso y denigrante. El exorbitante poder de
Manuel Godoy, valido de rey, le hab韆 acarreado
la enemistad de numerosos nobles y la
animadversi髇 de don Fernando, pr韓cipe de
Asturias y heredero del trono, que agrupaba a su
alrededor a todos los descontentos con la privanza
del favorito.
Ansiosos de hacerse con el poder,
tanto Godoy como los fernandistas compet韆n en
halagos a Napole髇, cuyas simpat韆s y
protecci髇 se disputaban vergonzosamente. As?
Godoy, para complacer a Napole髇, hizo que
Espa馻 se adhiriera oficialmente al bloqueo
continental contra Inglaterra, y, por su parte, el
pr韓cipe don Fernando, viudo ya de Mar韆 Antonia
de N醦oles, solicit?del Emperador la mano de
una princesa de su familia. Napole髇 aprovech? la necedad de ambas partes para hacer a Espa馻
v韈tima de sus planes imperialistas y convertirla
en poderoso auxiliar en su lucha contra
Inglaterra.
Conocedor
de la vanidad y la ambici髇 del favorito,
Napole髇, con el pretexto de obligar a Portugal a
adherirse al bloqueo continental contra
Inglaterra, consigue de Godoy el Tratado de
Fontainebleau (octubre 1807) por el que se pacta,
en caso de negativa, la invasi髇 y reparto del
pa韘. Pero el tratado no era m醩 que una
estratagema contra el favorito. Por una cl醬sula
secreta se acordaba que un ej閞cito franc閟
entrar韆 en Espa馻 para invadir Portugal, al que
se unir韆 otro espa駉l, pero el mando
corresponder韆 a un general franc閟. Antes de
ratificar el tratado, las tropas francesas,
mandadas por el general Andoche Junot, entran en
Espa馻, siendo bien recibidas por los dos
partidos de la Corte: el de Godoy, que ve韆 en
ello el fiel cumplimiento del Tratado de
Fontainebleau, y el fernandino, que consideraba
pr髕ima la ca韉a de Godoy y el reinado de
Fernando.
La
negativa de Portugal a su adhesi髇 al bloqueo
hace que el ej閞cito francoespa駉l se apodere
f醕ilmente de Portugal, cuya familia real se
refugia en Brasil. Entonces, Napole髇 decide
llevar a cabo su plan de apoderarse de Espa馻. A
este fin, en enero de 1808, nuevas tropas
francesas penetran en Espa馻 y van haci閚dose
alevosamente con el mando de las fortalezas
fronterizas m醩 estrat間icas (San Sebasti醤,
Pamplona, Barcelona y Montjuich). El mariscal
Jacques Murat, cu馻do de
Napole髇, fue nombrado comandante jefe de todas
las fuerzas de ocupaci髇.
Mientras
la Corte no se explicaba a鷑 con qu?fin
entraban en Espa馻, el partido fernandista
segu韆 creyendo ingenuamente que estas tropas
estaban destinadas a derribar a Godoy, pero el
regreso a Madrid del embajador espa駉l en Par韘
puso de manifiesto las verdaderas intenciones de
Napole髇. Como el ej閞cito de Murat se acercaba
a Madrid, la Corte, que resid韆 en Aranjuez,
decide trasladarse a Sevilla y, en caso necesario,
embarcar para Am閞ica. Pero los preparativos de
viaje alarmaron al pueblo, hasta el punto de que,
para calmarlo, fue necesario fijar una proclama de
Carlos IV negando el proyectado viaje. Sospechando
el pueblo que Godoy hab韆 traicionado a Espa馻,
se subleva contra el favorito y asalta su
residencia de Aranjuez (17 de marzo de 1808).
Godoy es ultrajado y herido, y logra salvar la
vida gracias a la intervenci髇 de unos Guardias
de Corps, que le escondieron en una rollo de
alfombras. Tomando el mot韓 como un incidente
contra su persona, Carlos IV abdica en su hijo
Fernando.
Al d韆
siguiente de haber llegado a Madrid las tropas de
Murat, entraba en la capital Fernando VII (24 de
marzo), siendo recibido con gran entusiasmo. Pero
Murat consigue de Carlos IV una retractaci髇
privada de su abdicaci髇, al tiempo que anuncia
la pr髕ima llegada de Napole髇, aconsejando a
Fernando VII la conveniencia de que saliera a
recibirle a Burgos, proyecto que acepta, temeroso
de que se adelantase Carlos IV.
Dejando
el gobierno a un Consejo de Regencia presidido por
su t韔, el infante don Antonio, Fernando sale al
encuentro de Napole髇, pero no lo encuentra en
Burgos ni en Vitoria, y a pesar de la actitud
hostil del pueblo y de la oposici髇 de algunos
cortesanos, estimulado por una carta del
Emperador, decide continuar el viaje hasta Bayona,
donde se encontraba Napole髇. A los pocos d韆s
llegaron Carlos IV y Godoy. Despu閟 de
vergonzosas escenas entre el padre y el hijo, que
pusieron al descubierto sus resentimientos y su
debilidad en presencia de Napole髇, 閟te
consigue que Fernando renuncie a la Corona y que
su padre la abdique a su favor, a cambio del
palacio de Compi鑗ne y del castillo de Chambord,
como residencias, y unos cuantos millones anuales.
A Fernando se le conced韆n tambi閚 varias
posesiones y una renta. Tal fue la vergonzosa
claudicaci髇 de Bayona, que es recordada como una
de las p醙inas m醩 bochornosas, lamentables y
tristes de nuestra historia. Carlos IV, su esposa
y Godoy salieron para Fontainebleau, y Fernando,
para Valen鏰y, donde habr韆 de permanecer,
vigilado, durante seis a駉s.
Pero el
pueblo espa駉l no se dej?enga馻r tan
f醕ilmente como sus soberanos. Cuando lleg?a
Madrid la noticia de que Fernando no era
reconocido como rey por Napole髇, estalla el
descontento popular contra los franceses y el
Consejo de Regencia se resiste a obedecer a Murat.
Por esos d韆s, Carlos IV ordena al presidente del
Consejo que hiciera salir para Francia al infante
Francisco de Paula, ni駉 de trece a駉s, y a
otros miembros de su familia. Murat dispuso la
marcha para el d韆 2 de mayo.
El
pueblo madrile駉, reunido ante el Palacio Real
para presenciar la salida, fue excit醤dose con la
noticia de que el infante lloraba, neg醤dose a
irse, y se dispuso a impedir el viaje por la
fuerza, cortando los correajes de los coches y
profiriendo insultos contra los franceses. Para
sofocar la rebeld韆, y temiendo una insurrecci髇
generalizada, Murat env韆 un batall髇 franc閟,
que, sin previo aviso, comienza a disparar contra
la multitud indefensa. Los madrile駉s,
indignados, se disponen a vengar la afrenta y se
alzan contra los franceses. La Puerta del Sol y
calles adyacentes fueron testigos de la enconada
lucha de una muchedumbre irritada contra los
escuadrones de mamelucos y polacos, lucha
inmortalizada por Goya en su c閘ebre cuadro 揈l
dos de mayo?
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El
mariscal Jacques Murat (1767-1815), Gran
Duque de Berg y de Cl鑦es, fue el
comandante jefe de las fuerzas francesas
de ocupaci髇 en Espa馻. Cuadro de
G鑢ad. |
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Ese
mismo d韆, Murat, como comandante de las fuerzas
ocupantes, env韆 unas cartas al infante don
Antonio y al Consejo de Regencia para darles
cuenta de los incidentes ocurridos inst醤dolos al
apaciguamiento de los sublevados, en las cuales
emplea la f髍mula protocolaria de la Corte
espa駉la de 玈e駉r Primo, Se駉res miembros del
Consejo de Regencia? encabezamiento que hac韆
seguir, en un tono amenazador que no se prestaba a
interpretaciones, 獳nunciad que todo pueblo en
que un franc閟 haya sido asesinado ser?quemado
inmediatamente [...]. Que los que se encuentren
ma馻na con armas, cualesquiera que sean, y sobre
todo con pu馻les, ser醤 considerados como
enemigos de los espa駉les y de los franceses, y
que inmediatamente ser醤 pasados por las
armas...? Esta carta en concreto conclu韆 como
sigue: 玀i Primo, Se駉res del Consejo, pido a
Dios que os tenga en santa y digna gloria?
En
efecto, el mariscal franc閟 hab韆 querido atenerse, m醩 por
seguir una tradici髇 que por respeto a las instituciones a que
se dirig韆, a las f髍mulas protocolarias de la
Corte espa駉la, pero el pueblo llano, siempre
m醩 perspicaz, siempre m醩 inteligente que sus
gobernantes, no quiso hacer el primo en
ning鷑 momento cayendo en el enga駉 y los
falaces manejos de Napole髇, y tom?el
tratamiento como una burla del franc閟 a los
incautos miembros del Consejo de Regencia y al
ingenuo y cr閐ulo infante que la presid韆, cuya
actitud vergonzosamente sumisa ante un extranjero
pon韆 de manifiesto la carencia de cualquier
forma de poder decisorio y efectivo en materia de
gobierno.
El
levantamiento popular ser韆 pronto sofocado y
seguido de cruel represi髇 (fusilamientos del
tres de mayo), pero el 2 de mayo de 1808 marc?el
principio del levantamiento nacional contra la
agresi髇 napole髇ica y el principio de la Guerra
de la Independencia, leg韙ima y gloriosa
resistencia de todo un pueblo contra la invasi髇
extranjera.
El uso
de este tratamiento en las circunstancias en que
se dieron cay?en conocimiento de la gente, que,
con el paso del tiempo, cargada de ese gracejo y
salero tan t韕icos del madrile駉, incorpor?la
expresi髇 hacer el primo al acerbo popular
con el sentido que hemos argumentado.
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"Los
fusilamientos del tres de
mayo", suprema expresi髇 del terror humano ante
la muerte. Cuadro de Francisco de Goya.
Museo
del Prado (Madrid). |
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