lguna
vez, hace años, una cita de Borges vino a
recordarnos que la primera aproximación a un
poema, al íntimo Universo de su autor/a, es la
identificación emocional con su micromundo.
Luego vendrán otros, nuestra propia experiencia
errante de bibliotecas y palacios de memoria,
las relecturas, a formalizar esa experiencia
única, a ubicar al poeta en su paréntesis de
tiempo, en tal o cual corriente.
Con
Iván Malinowski (1926-1989), posiblemente porque la poesía
danesa ―escandinava en general―
sigue siendo en el mundo hispano esa gran
desconocida, puede resultar de interés una
breve reseña para orientar al lector, cuyo
libro de bitácora es la delicada nota de
Torben Brostrøm, en su Introducción a la
poesía danesa, incluida en Poesía
nórdica, antologada por Francisco Úriz
(Ediciones De la Torre, Madrid, 1995).
Y esta necesidad, ciertamente, no
por un afán libresco, sino tan sólo para
denotar algunos rasgos de la obra del gran poeta
danés que se entienden difícilmente aislados
de la fuerte impronta de su herencia cultural.
Sociedad conservadora y muy
apegada a sus tradiciones, entre ellas algunas
tan especiales como las escuelas de canto en las
folkehogskjoler ―Universidades populares―, Dinamarca no ha dejado de reflejar, sin embargo, en
forma constante los conflictos y turbulencias
que recorrieron Europa desde fines del siglo XIX
hasta el XX.
Conflictos para la poesía entre
los aires cosmopolitas propios, o aportados por
la influencia cultural del alemán ―por mucho tiempo segundo idioma en el país― y un espíritu
conservador sostenido en parte por el
pensamiento religioso; y fuertes vientos de cambio tras las dos guerras mundiales,
con nuevas formas de entender el mundo, el sexo,
el cosmos.
Reflejando los aspectos
de unidad del mapa cultural escandinavo,
el surrealismo y el dadaísmo ejercieron
influencia simultánea sobre la poesía danesa,
como sobre la poesía sueca, y la de expresión
sueca en Finlandia desde los años 20 del pasado
siglo.
Luego de estas experiencias de
quiebre, de la impronta de Kristensen y sus
exploraciones del intertexto lenguaje-pintura,
irrumpirían el verso libre y la ruptura del
metro clásico, con Schade y Munch-Petersen
entre otros. Este último sería uno de los
poetas daneses que se comprometería
abiertamente con la causa republicana en la
Guerra Civil española.
Ya en los años 60, entre los
poetas del pequeño e inquieto país se había
afianzado una poesía afianzada en el compromiso
social, movida por causas como el ecologismo ―fuertemente extendida hasta nuestros días― y por conflictos como el de Corea. Tiempo de crisis y
deslindar caminos, como la división entre los
grupos que reunieron a los poetas “metafísicos”
―Wivel, Sarvig y otros― en torno a la revista Heretica (1948-53), y los
que, como Malinowski, optaron por un claro
compromiso político, afín al radicalismo
socialista, de Dialog (1950-61).
Lejos de reducir al poeta a sus
influencias y a su Bildung, esta breve
nota introductoria busca delinear algunos trazos
esenciales del cuadro de Malinowski, su tiempo y
su tiempo poético. Citas a las cuales habría
que agregar muchas otras, entre ellas muy
significativamente su labor de traducción de
poetas en lengua castellana
como Lorca y Neruda o Roque Dalton.
De simbolizar el sentido de sus
poemarios del período: Breve aplazamiento
(Galgenfrist), 1958; Poemas abiertos (Åbne
digte), 1963, y Poetomática (Poetomatic),
1965, con alguna palabra danesa, posiblemente
esta fuera konfrontation. Confrontación
con una sociedad que abandonaba su pasado en
medio de un dudoso presente, donde las
compañías madereras no dejaban de arrasar
bosques “sin repuesto”, y donde las
certidumbres del pasado eran colocadas, más que
en entredicho, en la picota.
Y angustia ante un mundo sin
Dios, donde la máquina comenzaba a triturar, a
imperar irreversiblemente en el espíritu de la
época.
Por ejemplo, en su Poema de amor:
No sólo el mundo
amada
no sólo la luz que bebo con otros
las manijas los escalones que desgastamos
no sólo el aire que respiran
y su historia sin sentido
en la que también tengo mis raíces
no sólo estos muros
los horrores que se acercan
porque están lejos
no sólo el mundo
amada
sino también tú
(...)
las manos se avergüenzan
como si hubiese un tercero en el cuarto
de repente alguien llora en arameo
de repente el cielo es un rugido abierto
(De Breve aplazamiento, 1958)
ya el mismo título y el
desarrollo lírico nos llevan a imaginar a un
condenado a fusilamiento, a una muerte dictada
por manos pulcras y anónimas.
Y la imagen de un hombre en
cósmica soledad que
se debate inútilmente entre sus
profundas creencias y el espectáculo de un
mundo desquiciado, así aparece en el final del
poema siguiente (Poema abierto a Nuestro
Señor Dios):
Tú no has creado el mundo
Tú lo has devastado
Yo te acuso de éste
el más terrible de tus errores
esta implacable separación
este profundo corte que sangra en el universo
Sí padre
nuestro
Tú que estás en los cielos
Quédate ahí arriba
Nosotros nos quedamos aquí
Y trataremos de comenzar de nuevo
donde no es casual ni menor el
uso de minúsculas en referencia a lo divino.
Y no es extraño que Malinowski, ante
este devastador presente del mundo,
frente a sus bosques y Paraísos violados,
vuelva la mirada al pasado de la Humanidad ―uno
de sus poemas más logrados alude de hecho a los
disiecta miembra, restos documentales de
los historiadores y arqueólogos, huellas
irrecuperables de un pasado bajo otro sol―.
Como el ausente sol de la antigua
Roma, evocado en otro poemario Piscinas
romanas (Romerske bassiner), de 1963.
La idea de la muerte próxima,
presentida tal vez, pudiera ser la que lo
llevara a buscar otro cielo, a alternar las
estrellas polares del Vårmland con el cielo de
España. Y así quedan
entre sus últimos poemas los Epitafios
(1988):
No estoy afligido porque estés muerto
O porque aún estés vivo
sino porque no puedes decidirte
por ninguna de las dos opciones
*
*
*
Tú
no puedes morir
tanto
como has vivido
Amplitud cósmica en el sentido y
en la textura de estos breves poemas de
engañosa sencillez y despojamiento, donde la
ausencia de puntuación característica se
enmarca en el continuum de una vasta obra
que no acaba ni comienza en el espacio finito de
la escritura ni en el abismo de su idioma. Un
largo adiós (fervel), para una
bienvenida (velkommen).