Besaré
tus labios
que
sangran
gritos
y desdenes.
Tomaré
tus manos
de
dedos truncos,
nacerá
la caricia perdida.
Lloraré
con
tus ojos arrancados,
seré
tu luz.
Con
saliva sanaré
tu
espalda flagelada,
me
tornaré tu abrigo.
Recobrarás
tus
mutiladas piernas,
seré
camino y rincón.
Amaré
tu sexo,
ya
sin picanas,
seré
deseo para ti.
¿Pero
qué hago con tus miedos
si
el asesino anda suelto?
*
*
*
Caminemos,
hermana, por el
remanso de los
sueños,
volvamos
a creer
que
somos príncipes
del
cuento sin hambres ni
asesinos.
Trepemos,
hermana, la cúspide
inerte del tiempo,
dejemos
de lado esta orfandad
que
nos increpa sin
preámbulos
y
seamos risas en la
vieja cueva.
Abracémonos,
hermana, entre hastío
y penumbras,
dejemos
nuestros brazos
cansados
reposar
por un instante en la
eternidad
a
pesar de que ya no hay
cosmos.
Sólo
después, hermana,
estarán
listas las maletas
para nuestro viaje.
|
*
*
*
Explota
mi vientre
un
vacío que blasfema.
Hay
llantos en la esfera locuaz,
mis
propias lágrimas resurgen.
Desgarrada
maternidad
en
este cuerpo mudo, que es
prisión.
La
muerte regurgita propuestas,
tal
vez acuda a la cita...
*
*
*
Irme
de mí,
de
los espacios y el encierro,
dejar
las noches,
trepar
avatares de polvo
ser
por un instante nadie,
olvidar
las dudas,
los
anhelos y certezas.
Irme
de todo y de nada,
ser
isla entre edificios de
piedra,
pernoctar
el silencio y los miedos,
descubrir
lo ínfimo, lo gigante,
estallar
de risa,
sangrar
viejas cicatrices,
ser
en el preciso instante exilio.
Irme
y retornar rebelde,
ser
simple mortal,
equivocarme,
hundirme
en el barro,
ignorar
los espejos,
sentir
todo el dolor,
vibrar
con cada melancolía.
Irme
y retornar emoción,
acariciar
el suelo,
ser
semilla, sendero e instinto,
inquietar
a las estatuas,
embriagarme
de musgo
y
quedarme en mis derrotas
aplaudiendo.
Irme
de mí,
retornar
a lo que soy.
*
*
*
A
Alfonsina
Dicen
que te escondes
entre
algas y barcos naufragados,
que
tiritas de frío y de
nostalgias,
que
te abruma la melancolía.
Dicen
que en noches de luna
por
la brisa vagan tus poemas,
que
tu cama mullida
se
llenó de espuma blanca,
que
ya no ríes como antes.
Dicen
que tus manos se agotaron,
que
ya no esperas sobre el muelle
ni
a piratas ni a marineros,
dicen
que, desvelada, pregonas
ausencia.
Yo
te he visto frágil y
vulnerable
escapar
de tu mar carcelero,
descubrí
tus pasos en cada mujer
heroica
y
percibí tu esencia en cada
primavera.
Yo
te he visto con tu queja
buscando
nobles seres,
persiguiendo
todavía lo perfecto,
y
con tu dolor
de
aquella tarde divina de
octubre.
Yo
te he visto hoy
entre
los versos que olvidaste.