TAZA
VACÍA
La taza
vacía
el viejo
mantel
la maceta
desnuda.
EN LA CALLE
ABRUMA EL CAOS
mientras mi
soledad
inmutable
ríe.
El miedo
detrás
de constantes
miserias,
holocaustos sin
disfraces,
en tanto
yo
sumo muerte a mis
días.
No me
asusta
dejar latidos
mudos,
olvidar
respiros
ni resquebrajar la
piel.
Mi
fobia
es asistir cada
mañana
a mi
funeral.
Sicario de
mí
busco un beso que
me salve.
LA ETERNIDAD EN MIS DEDOS
Agazapada en
retazos
de ruido y
vacío
la muerte
espera.
Entre acentos y
metáforas descubro el elixir.
¿Acaso Borges,
Alfonsina o Pizarnik
sabían el
secreto?
¿Fue Vallejo,
Orozco o Neruda quienes
develaron el misterio?
La Dama se yergue
sobre mí,
no le temo,
escribo.
TAZA VACÍA
La taza
vacía
el viejo
mantel
la maceta
desnuda.
En la calle abruma
el caos
mientras mi
soledad
inmutable
ríe.
El miedo
detrás
de constantes
miserias,
holocaustos sin
disfraces,
en tanto
yo
sumo muerte a mis
días.
No me
asusta
dejar latidos
mudos,
olvidar
respiros
ni resquebrajar la
piel.
Mi
fobia
es asistir cada
mañana
a mi
funeral.
Sicario de
mí
busco un beso que
me salve.
LA ETERNIDAD EN MIS DEDOS
Agazapada en
retazos
de ruido y
vacío
la muerte
espera.
Entre acentos y
metáforas descubro el elixir.
¿Acaso Borges,
Alfonsina o Pizarnik
sabían el
secreto?
¿Fue Vallejo,
Orozco o Neruda quienes
develaron el misterio?
La Dama se yergue
sobre mí,
no le temo,
escribo.
MI UTOPÍA
Mi utopía es
navegar por esos valles donde habitan las
nostalgias,
romper el lienzo
gris, que desde su fondo, corrompe a mi arco
iris,
despertar en el
vuelo rasante de intrépidos jilgueros
que se duermen en
mi piel.
Desnudar los
miedos, las amnesias, lo fatal y renacer efebo,
redimido.
Comer todos los
frutos, hasta lo que por mundano
espanta,
disfrazarme de
poesías en la inmunidad de mis
letras.
Esconderme,
descubrirme y volver a los olvidos que
invento.
Esculpir con mis
dedos y con mi boca todos los cuerpos que me
cautivan,
ser el mago o
pitonisa que
eclosiona en mis zarpazos.
Mi utopía es por
simple coincidencia seducir la luna y
embriagarla con mi
[alcohol,
es hospedar entre
mis palmas las cosquillas del Olimpo,
ser óleo donde
esparzo las cenizas, vendaval con el que
huyo.
Desde mis
misticismos, aprender del silencio, llenarme de
él,
recorrer mis
abismos y pernoctar en mi indecencia
y al gemir con mis
fantasmas descubrir que soy
humano.
En el diluvio ser
la escarcha,
en cada arribo
presumir que no hay ausencias ni
cautelas,
desde mi sereno
oriente, ser veleta
de mi tiempo y crecer.
Mis utopías tienen
luz, las adversidades no importan...